Leonor
Miembro
Varias veces amé al hombre cuervo
envolvía el aire con su aliento a sangre pútrida,
avanzaba como levitando, somnoliento,
despiadado.
El hombre cuervo me envolvía
con sus besos de carroña,
con sus depresiones auto-compasivas
y varias veces me incrusté en su pecho
creyendo que viviría para contarlo.
Yo canario en cautiverio
me dejé llevar por su cara limpia,
por sus manos dulces, por sus ojos negros,
y dudosa de la existencia de mi alma
le dejé avasallarme, romperme,
destrozarme.
Varias veces amé su sarcasmo,
reí con las balas en sus palabras,
necesité sus desprecios,
le dejé, le permití, le autoricé.
Se chupó mi sangre como un garrapata.
Varias veces me reí de otras con sus cuervos
y yo canario enclaustrado tuve varios tordos
que crearon este monstruo que hoy detesto.
Hoy solo loros y colibríes se posan en el techo
aunque jamás olvidaré,
varias veces amé al hombre cuervo.
envolvía el aire con su aliento a sangre pútrida,
avanzaba como levitando, somnoliento,
despiadado.
El hombre cuervo me envolvía
con sus besos de carroña,
con sus depresiones auto-compasivas
y varias veces me incrusté en su pecho
creyendo que viviría para contarlo.
Yo canario en cautiverio
me dejé llevar por su cara limpia,
por sus manos dulces, por sus ojos negros,
y dudosa de la existencia de mi alma
le dejé avasallarme, romperme,
destrozarme.
Varias veces amé su sarcasmo,
reí con las balas en sus palabras,
necesité sus desprecios,
le dejé, le permití, le autoricé.
Se chupó mi sangre como un garrapata.
Varias veces me reí de otras con sus cuervos
y yo canario enclaustrado tuve varios tordos
que crearon este monstruo que hoy detesto.
Hoy solo loros y colibríes se posan en el techo
aunque jamás olvidaré,
varias veces amé al hombre cuervo.
Última edición: