El día en que yo me muera...

[Francisco Escobar Bravo]

¿Es que el mundo ha de parar
el día que yo me muera?
No se enterará siquiera
ni quien me trae de yantar.
Pues en su casa ha de estar
si ocurre un fin de semana.
El lunes, por la mañana,
ya le hablarán de mi muerte.
- ¡Pobre Paco, mala suerte!
¡Cuanto lo siento, mi hermana! -

Proseguirá su camino
para repartir comida.
- Son las cosas de la vida,
caprichos son del Destino. -
Y ni siquiera el vecino
ha de enterarse de nada,
antes la puerta entornada
se dejaba como duelo.
Hoy ya no, que mancha el suelo
un perro con su meada.

- ¿Mesa de firmas? ¿Qué es eso,
si nadie lleva tarjeta? -.
Ya no existe la etiqueta
ante un trágico suceso.
Total, que te quedas tieso
y cuando estiras la pata
tan sólo les das la lata
a dos o tres, a lo sumo.
Miren ustedes, si fumo
es porque el tabaco mata.

Si me mata pues me muero
y a otra cosa, mariposa;
de momento tengo fosa,
costará menos dinero.
Fastidiar a alguno espero
cuando le den la factura.
- ¿Seis mil euros? ¡Qué locura.
si no los valió de vivo! -
Me río cuando esto escribo,
al pensar en su amargura.​

 

[José Luis Blázquez]

Muy buenas décimas, en las que tratas algo tan serio como la muerte con un toque de humor.

Un abrazo.

 

[Francisco Escobar Bravo]

La muerte es una etapa más de la vida, querido amigo.
Me alegra que te haya gustado el poema.
Abrazos.

 

[Jorge Toro]

Me sacaste una sonrisa bastante amplia con tus décimas. De nosotros quedará para el recuerdo, si acaso tenemos suerte, algún fragmento llamativo de cuanto escribimos.

Un abrazo.

 

[Francisco Escobar Bravo]

Esperemos que así sea, querido Jorge.
Por lo menos, méritos creo que hemos hecho alguno.
Gracias, amigo y compañero. Me alegra haberte hecho sonreír.
Abrazos.