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El golpe de gracia

Jéssica

Miembro
EL GOLPE DE GRACIA


A veces me pregunto quien carga con más pena, si el traicionado o quien traiciona. Me ha invadido la duda por largos años, años amargos en los que mi mente se ha apagado y mi corazón ha enmudecido.
En la época en la cual vivo no se le puede soltar la mano a Dios, no se puede, está prohibido. Y esa ley fue la que me hundió.
Siendo muy joven, me enamoré terriblemente de la persona mas hermosa que hubiese visto jamás, la hija del pastor del pueblo. La niña estaba dedicada a la adoración de Dios, tal cual se lo indicaba su padre, un hombre duro, inflexible y riguroso que seguía las leyes de su Dios exactamente como dictaba su santa religión.
Yo iba a buscar agua todos los días aun río cercano al templo, al cual asistíamos todos...y allí la veía, lavando la ropa en ese mismo lugar. De cabello negrísimo y largo, ojos profundos y piel tostada, ella era la diosa que llenaba mis días de pasión, la espiaba por detrás de las palmeras que rodeaban al río y así pasaba horas admirando su belleza.
Un día, ella descubrió mi presencia, me miró y se sorprendió, su mirada era mas dulce de lo que me imaginaba. Lejos de huir, como yo creía, se acercó a mí y con señal de respeto me preguntó si me podía ser útil. Yo estaba sorprendido; su padre no le permitía el contacto con otro ser que no fuera su Dios... Pero al fin estábamos frente a frente.Ella sin imaginarse los sentimientos de mi corazón y yo perdido en su presencia.
Con el respeto y la distancia con que se trata a una mujer procedí a disculparme por espiarla y ella con una sonrisa tímida me agradeció el hablarle...su padre era muy estricto y el saber de ese encuentro podría significarle un muy mal momento.
Ella estaba agradecida de encontrar a alguien con quien conversar, con quien reír,sin que juzgara sus actos, no encontraba en su Dios tal compañía y extrañaba el roce humano...que no fuera de su padre o madre...
Yo estaba extasiado con su cercanía y día a día la buscaba en el río. Así iba transcurriendo el tiempo brindando felicidad a ambos. A escondidas éramos como dos niños pequeños, jugábamos, reíamos y hasta nos tomábamos de la mano. El amor estaba creciendo en nuestros jóvenes corazones. Y aunque ella estaba prometida a su Dios supe que no le hacía feliz la idea, pero no podía hacer frente a la situación ya que no le fue dado el poder de decidir sobre su vida.


Con el pasar del tiempo nuestro amor creció a pasos agigantados y la pasión nos invadió por completo, a tal punto que planeamos huir juntos. Y aunque teníamos nada mas que quince años, nuestro destino ya estaba trazado... Era huir o soportar ver desvanecer nuestra ilusión.


El plan se ideó con todos los detalles, nos iríamos en la madrugada y caminaríamos un día entero hasta encontrar un lugar seguro donde establecernos.
Junté alimentos y agua suficiente para cinco días, algunos telares que nos serían de utilidad para las noches y algunas velas que iluminarían nuestro camino.


Estaba todo preparado, saldríamos a forjar nuestro camino. Entonces llegó el momento, yo me propuse salir silenciosamente poco mas de medianoche, sorteando cada sombra sospechosa que veía. El lugar estaba casi vacío, caminé con mucha cautela aunque el silencio en la calle me causaba curiosidad.
Casi llegando al lugar donde nos encontraríamos empecé a escuchar murmullos... cada vez mas altos a medida que me acercaba. Dejé mi cargamento para ir a averigua; me iba acercando de a poco y de repente observé una multitud. ¡Que sorpresa para mi! Estaba lleno de gente enardecida alrededor de algo. Creí que era un animal. Empecé a empujar a la gente para ver que pasaba. Cuando llegué al centro del disturbio observé una persona en el suelo, arrollada; tenía las manos ensangrentadas y tapaba su rostro, la gente la estaba apedreando...sentí lo peor...pregunté que pasaba y me dijeron que era la hija del pastor, que iba a huir con alguien...un pecado ante su Dios, ¡“merece la muerte”! Gritaban mientras caía un raudal de piedras sobre su diminuto cuerpo.


De pronto sus ojos se encontraron con los míos... ella me miró y me estiró la mano pidiendo mi ayuda, en ese momento sentí la mirada de toda la gente, el miedo me paralizó y la multitud se fue sobre mí. Su padre me gritaba
- ¿eres tú el pecador?, ¿tú ibas a huir con ella?
-¡No soy yo!, no la conozco - dije, el miedo me traicionó. Ella me miró y pude ver el dolor en su mirada, desplomó su cabeza sobre el suelo entregándose al destino y se pudo escuchar de su boca...
-¡no es él!, ¡no lo lastimen!” .
Su padre inmediatamente me tendió la mano entregándome una piedra y me dijo - “si no eres tú, entonces termina con su vida”.


Tomé la piedra y en ese momento no sentí mas nada, mi corazón dejó de formar parte de mí, ya no existía nada, yo no era nada y ya no tenía Dios...
Ella en su inmenso amor me salvó la vida...y yo le pagué con la muerte, yo le dí el golpe de gracia.
 
Última edición:

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
EL GOLPE DE GRACIA


A veces me pregunto quien carga con más pena, si el traicionado o quien traiciona. Me ha invadido la duda por largos años, años amargos en los que mi mente se ha apagado y mi corazón ha enmudecido.
En la época en la cual vivo no se le puede soltar la mano a Dios, no se puede, está prohibido. Y esa ley fue la que me hundió.
Siendo muy joven, me enamoré terriblemente de la persona mas hermosa que hubiese visto jamás, la hija del pastor del pueblo. La niña estaba dedicada a la adoración de Dios, tal cual se lo indicaba su padre, un hombre duro, inflexible y riguroso que seguía las leyes de su Dios exactamente como dictaba su santa religión.
Yo iba a buscar agua todos los días aun río cercano al templo, al cual asistíamos todos...y allí la veía, lavando la ropa en ese mismo lugar. De cabello negrísimo y largo, ojos profundos y piel tostada, ella era la diosa que llenaba mis días de pasión, la espiaba por detrás de las palmeras que rodeaban al río y así pasaba horas admirando su belleza.
Un día, ella descubrió mi presencia, me miró y se sorprendió, su mirada era mas dulce de lo que me imaginaba. Lejos de huir, como yo creía, se acercó a mí y con señal de respeto me preguntó si me podía ser útil. Yo estaba sorprendido; su padre no le permitía el contacto con otro ser que no fuera su Dios... Pero al fin estábamos frente a frente.Ella sin imaginarse los sentimientos de mi corazón y yo perdido en su presencia.
Con el respeto y la distancia con que se trata a una mujer procedí a disculparme por espiarla y ella con una sonrisa tímida me agradeció el hablarle...su padre era muy estricto y el saber de ese encuentro podría significarle un muy mal momento.
Ella estaba agradecida de encontrar a alguien con quien conversar, con quien reír,sin que juzgara sus actos, no encontraba en su Dios tal compañía y extrañaba el roce humano...que no fuera de su padre o madre...
Yo estaba extasiado con su cercanía y día a día la buscaba en el río. Así iba transcurriendo el tiempo brindando felicidad a ambos. A escondidas éramos como dos niños pequeños, jugábamos, reíamos y hasta nos tomábamos de la mano. El amor estaba creciendo en nuestros jóvenes corazones. Y aunque ella estaba prometida a su Dios supe que no le hacía feliz la idea, pero no podía hacer frente a la situación ya que no le fue dado el poder de decidir sobre su vida.


Con el pasar del tiempo nuestro amor creció a pasos agigantados y la pasión nos invadió por completo, a tal punto que planeamos huir juntos. Y aunque teníamos nada mas que quince años, nuestro destino ya estaba trazado... Era huir o soportar ver desvanecer nuestra ilusión.


El plan se ideó con todos los detalles, nos iríamos en la madrugada y caminaríamos un día entero hasta encontrar un lugar seguro donde establecernos.
Junté alimentos y agua suficiente para cinco días, algunos telares que nos serían de utilidad para las noches y algunas velas que iluminarían nuestro camino.


Estaba todo preparado, saldríamos a forjar nuestro camino. Entonces llegó el momento, yo me propuse salir silenciosamente poco mas de medianoche, sorteando cada sombra sospechosa que veía. El lugar estaba casi vacío, caminé con mucha cautela aunque el silencio en la calle me causaba curiosidad.
Casi llegando al lugar donde nos encontraríamos empecé a escuchar murmullos... cada vez mas altos a medida que me acercaba. Dejé mi cargamento para ir a averigua; me iba acercando de a poco y de repente observé una multitud. ¡Que sorpresa para mi! Estaba lleno de gente enardecida alrededor de algo. Creí que era un animal. Empecé a empujar a la gente para ver que pasaba. Cuando llegué al centro del disturbio observé una persona en el suelo, arrollada; tenía las manos ensangrentadas y tapaba su rostro, la gente la estaba apedreando...sentí lo peor...pregunté que pasaba y me dijeron que era la hija del pastor, que iba a huir con alguien...un pecado ante su Dios, ¡“merece la muerte”! Gritaban mientras caía un raudal de piedras sobre su diminuto cuerpo.


De pronto sus ojos se encontraron con los míos... ella me miró y me estiró la mano pidiendo mi ayuda, en ese momento sentí la mirada de toda la gente, el miedo me paralizó y la multitud se fue sobre mí. Su padre me gritaba
- ¿eres tú el pecador?, ¿tú ibas a huir con ella?
-¡No soy yo!, no la conozco - dije, el miedo me traicionó. Ella me miró y pude ver el dolor en su mirada, desplomó su cabeza sobre el suelo entregándose al destino y se pudo escuchar de su boca...
-¡no es él!, ¡no lo lastimen!” .
Su padre inmediatamente me tendió la mano entregándome una piedra y me dijo - “si no eres tú, entonces termina con su vida”.


Tomé la piedra y en ese momento no sentí mas nada, mi corazón dejó de formar parte de mí, ya no existía nada, yo no era nada y ya no tenía Dios...
Ella en su inmenso amor me salvó la vida...y yo le pagué con la muerte, yo le dí el golpe de gracia.

Jéssica me encantó tu historia,un cuento muy bien llevado con un desenlace muy trágico, en donde la traición y el miedo le pudieron al amor,excelente relato,mis felicitaciones,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande y muy feliz año nuevo.
 

Jéssica

Miembro
Muchas gracias Javier! Muy motivadoras tus palabras.
Espero que hayas tenido un muy buen comienzo de año!
 

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