JAVIER TOMAS
Sub Administrador
El niño me miró
con sus tristes ojos.
La inocencia ya perdida
y un rictus de decepción.
La amargura desbordaba
su sucia cara
mientras sus labios
se contraían reprimiendo
un grito de auxilio.
Cuanto pesar mostraba,
cuanta lágrima sin fluir
por el callo que endurecía
su alma pura.
Suspiré.
Aparte la vista del espejo
y me lavé la cara
volviendo a encajarme
la máscara del adulto
que nunca quise ser.
con sus tristes ojos.
La inocencia ya perdida
y un rictus de decepción.
La amargura desbordaba
su sucia cara
mientras sus labios
se contraían reprimiendo
un grito de auxilio.
Cuanto pesar mostraba,
cuanta lágrima sin fluir
por el callo que endurecía
su alma pura.
Suspiré.
Aparte la vista del espejo
y me lavé la cara
volviendo a encajarme
la máscara del adulto
que nunca quise ser.