Víctor
Moderador de Poesía Jocosa
Cuando una mano a la mujer maltrata,
en la conciencia como oprobio queda,
porque esa infamia al animal remeda,
y a la estulticia contumaz delata.
Es condenable porque al bien no acata,
y hay que pugnar porque jamás suceda,
es de cobardes que esa mano agreda
y bien merece que se le combata.
No hay que tocar a la mujer, se glosa,
ni con los suaves pétalos de rosa,
así de pura es su cabal esencia.
Alcemos todos nuestra voz al cielo,
para rogar con un ferviente anhelo,
por preservar indemne su presencia.
en la conciencia como oprobio queda,
porque esa infamia al animal remeda,
y a la estulticia contumaz delata.
Es condenable porque al bien no acata,
y hay que pugnar porque jamás suceda,
es de cobardes que esa mano agreda
y bien merece que se le combata.
No hay que tocar a la mujer, se glosa,
ni con los suaves pétalos de rosa,
así de pura es su cabal esencia.
Alcemos todos nuestra voz al cielo,
para rogar con un ferviente anhelo,
por preservar indemne su presencia.