El origen de las cosas
A ver si un buen día de estos
conoces un mago que te desaparezca,
o a un alquimista que al tacto del crisol
en cualquier otra cosa, menos tú, te convierta,
para en lugar de que te hagan el amor,
sin piedad te hagan la guerra.
Pero me arrepiento y pido un milagro,
que mi pensamiento Téslico te multiplique,
para suplirte y olvidarte,
en todas formas y en iguales partes,
hasta que tus remplazos se me acaben,
o total, muera yo antes.
Por eso deberías donar tus manos a la ciencia
y en microscópica alevosía,
aventajados en técnica,
interroguen el misterio de sus líneas,
y descubran el origen de los orígenes,
el huevo o la gallina,
el porqué estás ausente y permaneces,
el virus letal que apenas hiere,
cuerpo de un solo espacio,
al nombrarlo, omnipresente;
y saber a que estado de la materia
realmente perteneces,
rama inexacta de una ciencia
que o bien no existe
o aún no se inventa.
Estudiando así los surcos de tus manos
encontrar mi presumible explicación,
quedarme inciertamente satisfecho,
darme por servido y por enterado
que no eres la absoluta respuesta,
ni el instante previo al descubrimiento,
ni la conversión en cotidiano del misterio.
Sabiéndolo todo y lo que habrá por saber
volver a ti con una sola pregunta:
si no eres tú el origen de las cosas
¿Por qué al mirarte se producen
punzantes en la panza mariposas?
FLL
A ver si un buen día de estos
conoces un mago que te desaparezca,
o a un alquimista que al tacto del crisol
en cualquier otra cosa, menos tú, te convierta,
para en lugar de que te hagan el amor,
sin piedad te hagan la guerra.
Pero me arrepiento y pido un milagro,
que mi pensamiento Téslico te multiplique,
para suplirte y olvidarte,
en todas formas y en iguales partes,
hasta que tus remplazos se me acaben,
o total, muera yo antes.
Por eso deberías donar tus manos a la ciencia
y en microscópica alevosía,
aventajados en técnica,
interroguen el misterio de sus líneas,
y descubran el origen de los orígenes,
el huevo o la gallina,
el porqué estás ausente y permaneces,
el virus letal que apenas hiere,
cuerpo de un solo espacio,
al nombrarlo, omnipresente;
y saber a que estado de la materia
realmente perteneces,
rama inexacta de una ciencia
que o bien no existe
o aún no se inventa.
Estudiando así los surcos de tus manos
encontrar mi presumible explicación,
quedarme inciertamente satisfecho,
darme por servido y por enterado
que no eres la absoluta respuesta,
ni el instante previo al descubrimiento,
ni la conversión en cotidiano del misterio.
Sabiéndolo todo y lo que habrá por saber
volver a ti con una sola pregunta:
si no eres tú el origen de las cosas
¿Por qué al mirarte se producen
punzantes en la panza mariposas?
FLL