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El poder del Hambre

El poder del hambre

Los perros estaban gordos, pues su dueño los alimentaba muy bien, un kilo de buena carne de vaca para cada uno de los tres, ellos eran los guardianes de la estancia del hombre, eran perros finos, de “raza”, más específicamente tres Rotweiller., conocidos por su fuerza y agresividad para defender su territorio.
Enfrente de la calle merodeaba el “Negro”, nombre que hacia alusión a su color de pelaje, estaba un poco flaco, ya que comía lo que encontraba o le daba algún vecino apelando a la caridad. El Negro era un perro callejero, conocí los movimientos del barrio y sabia en que casa le iban a dar algo para llenar su estómago vacío.
Mientras los perros del dueño de la estancia, disfrutaban de baños, peluquería, veterinario y el afecto de su dueño.
El Negro pasaba todos los días por delante del alambrado que protegía la finca de aquel hombre. Miraba como los perros a la hora de comer devoraban la exquisita carne que le daba su dueño.
Un día el jardinero de la estancia dejo abierta por descuido el gran portón de la estancia y el Negro en uno de sus visitas por el frente de la misma entro. Los tres rotweiller estaban devorando su comida y se percataron que el Negro había entrado, dejaron su festín de ricos y se avanzaron sobre el flacucho perro, si bien el negro tenia gran porte, estaba bajo de peso y musculatura. Las tres fieras se abalanzaron sobre el Negro, el combate duro unos intentes hasta que salió el dueño con una escopeta de perdigones del cinco y apunto al Negro, jalo el gatillo y los proyectiles pasaron lejos del Negro pero ninguno llego a hacer daño. El perro salió corriendo en medio de la confusión y logro ganar la calle. Se fue a ocultar a su guarida donde comenzó a lamer sus heridas producidas por los otros tres perros.
Los vecinos que le daban de comer se preguntaban por qué no aparecía el Negro hace días, el estaba casi moribundo en su cueva, soporto frio y hasta una lluvia torrencial. Los días pasaron y las semanas también, hasta que se restableció, pero en sus instinto había algo pendiente “venganza”.
El Negro era fuerte y valiente, pero sobretodo astuto. Un día buscando comida merodeando por el barrio, vio que un vecino estaba tirando herbicida en el jardín del frente de su casa, Cuando el hombre se retiró, el Negro se acercó sigilosamente y se revolcó en la maleza humada del veneno que el hombre había echado, su pelo negro brillaba como el azabache. Camino tranquilamente hasta la estancia y se plantó con hidalguía frente al portón. Los perros lo divisaron y corrieron con los colmillos que brillaban bajo el sol de esa mañana calurosa. En ese momento salió el dueño con la escopeta. Hizo un dispara hacia el Negro que esquivo los perdigones.
-Maldito perro no vas a poder con mis tres “fieras” – dijo con furia, se acercó al portón y lo abrió.
Al instante los tres perros salieron a enfrentar al Negro, el otro animal fue más astuto y los evadió entrando a la estancia, el dueño se encolerizo y le dio la orden de matar al osado animal que entro en su finca, el Negro se dirigió con su mandíbula abierta hasta los genitales de hombre, mordió con fuerza y se los arrancó, dejándolo eunuco, las tres fieras se le abalanzaron y comenzaron a morder al hidalgo Negro, hasta que la víctima del ataque cayó mal herida en el césped. Aún estaba vivo y pudo ver como los tres rotweiller se retorcían envenenados por el herbicida que tenía en su pelaje. Unos minutos después las tres “fieras” del hombre murieron, el hombre se hallaba en la casa llamado a la emergencia médica con sus genitales destrozados en su mano derecha.
El Negro se arrastró como pudo hasta el lugar donde estaba la exquisita carne de vaca que comían todos los días los perros muertos, probo un bocado y sintió satisfacción, hasta que su corazón se detuvo y pereció. Con la felicidad de haber comido esa carne que era para pocos…
Narración alusiva a los millones de personas que mueren de hambre en el mundo y los que luchan por no morir.
Poeta Errante.
 
Última edición:
Wowwww!!! Un texto fuerte y muy crudo plasmado maravillosamente con esas metáforas que en verdad me alucinaron me encantó esta parabola. Felicitaciones Gerardo por tan potente y verídico cuento, reputación y saludos poeta
 

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