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El Profesor

El Profesor


Él era mi nuevo profesor de lengua:
joven, tímido, soñador, despeinado...
Se sentaba, cabizbajo, sobre la mesa
y abría su libro de poesías, de turno:
algún escritor francés modernista,
solitario, desamparado o suicida.
Yo lo escuchaba absorta... pensativa...
los codos clavados en el pupitre,
mientras, en la clase reinaba un caos total.
Él empezaba a comentar el texto leído;
siempre acababa hablando de su soledad...
de su pequeña habitación alquilada.
Bastaba una sola mirada suya
para que yo me sonrojara.
Yo quería salvarlo de si mismo,
de su depresión, su gran desamparo;
pero él jamás me vio de verdad.
Yo no figuraba en el calendario de las
posibles musas: era una adolescente
demasiado delgada, alta, con la cara
llena de granos y el pelo grasoso.
Ya no recuerdo su nombre, pero
me pregunto: ¿por dónde andará?,
¿habrá sobrevivido a las profundas
asperezas del cruel mundo real?


Encarna Romero (España - 04/2013)
derechos reservados de autor
 

Ramon

Miembro Conocido
Quién alguna vez no sitio algo por su profesor o profesora, no seré yo quién tire la primera piedra. Un abrazo Encarna.
 
El Profesor


Él era mi nuevo profesor de lengua:
joven, tímido, soñador, despeinado...
Se sentaba, cabizbajo, sobre la mesa
y abría su libro de poesías, de turno:
algún escritor francés modernista,
solitario, desamparado o suicida.
Yo lo escuchaba absorta... pensativa...
los codos clavados en el pupitre,
mientras, en la clase reinaba un caos total.
Él empezaba a comentar el texto leído;
siempre acababa hablando de su soledad...
de su pequeña habitación alquilada.
Bastaba una sola mirada suya
para que yo me sonrojara.
Yo quería salvarlo de si mismo,
de su depresión, su gran desamparo;
pero él jamás me vio de verdad.
Yo no figuraba en el calendario de las
posibles musas: era una adolescente
demasiado delgada, alta, con la cara
llena de granos y el pelo grasoso.
Ya no recuerdo su nombre, pero
me pregunto: ¿por dónde andará?,
¿habrá sobrevivido a las profundas
asperezas del cruel mundo real?


Encarna Romero (España - 04/2013)
derechos reservados de autor

es como una bofetada a la indiferencia! Aplaudo enérgicamente!

Saluti!
 
R

Ricardo Linares

Guest
Escenas que nos presentas muy habituales entre profesor/alumna, él con indiferencia y ella con ilusiones, él no guarda recuerdos y ella los mantiene vivos, ha sido un placer leer tu inspiración Encarna, besos.
 
El Profesor


Él era mi nuevo profesor de lengua:
joven, tímido, soñador, despeinado...
Se sentaba, cabizbajo, sobre la mesa
y abría su libro de poesías, de turno:
algún escritor francés modernista,
solitario, desamparado o suicida.
Yo lo escuchaba absorta... pensativa...
los codos clavados en el pupitre,
mientras, en la clase reinaba un caos total.
Él empezaba a comentar el texto leído;
siempre acababa hablando de su soledad...
de su pequeña habitación alquilada.
Bastaba una sola mirada suya
para que yo me sonrojara.
Yo quería salvarlo de si mismo,
de su depresión, su gran desamparo;
pero él jamás me vio de verdad.
Yo no figuraba en el calendario de las
posibles musas: era una adolescente
demasiado delgada, alta, con la cara
llena de granos y el pelo grasoso.
Ya no recuerdo su nombre, pero
me pregunto: ¿por dónde andará?,
¿habrá sobrevivido a las profundas
asperezas del cruel mundo real?


Encarna Romero (España - 04/2013)
derechos reservados de autor
Hermoso relato, a veces nos quedan como prendidos igualando a los imanes de heladeras los pedacitos de recuerdos, esos que son simpáticos por haberse adueñado de un sentimiento, a todos nos pasa. Muy hermoso y agradable escrito me gustó mucho, saludos cordiales.
 

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