Miguel Francisco Romero
Nuevo Miembro
EL VALOR DE EXISTIR. © Derechos reservados del texto.
Autor: Miguel F. Romero Argentina 16/05/2013
Discurre mi existencia entre recuerdos escondidos
en las cavernas neblinosas de mi memoria,
mi alma se pierde en las guaridas de la historia
de mi vida, de instantes, de momentos ya perdidos.
Intuyo, por tesituras de valores, no buscadas,
que mi tiempo de la vida, obcecado , se acelera.
Y se olvida de advertirme lo que queda,
dudas de fuego, siembra y se aposenta en mi morada.
Estoy tranquilo, nada temo, alma y conciencia en armonía
noches de insomnio y evocaciones, pensando en los pequeños
que no los veré en sus vuelos, seres libres, primigenios,
que extrañare entristecido, en aquellos, últimos días.
El amor de los que me aman, y los momentos más queridos
sostienen momentos de dudas, dulces y amargos, evocando,
cruel espera que divaga en la esperanza, perseverando,
en la búsqueda de la vida, bien tan preciado y requerido.
Sigo andando en mis senderos, como si nada esté pasando.
A veces mi cuerpo se resiste, pero la vida está en la inercia
del movimiento cotidiano, ordenar , pensar la sugerencia
y seguir adelante, que el fuego no se apague, alentándolo.
La vida es eso, el devenir de alegrías y tristezas en el camino
trastocadas a veces por momentos crueles, no esperados.
Pero hay que seguir, venciendo en la lucha, concentrados,
la esperanza late siempre, en las huellas del camino.
La vida misma, en su tiempo, parece estar llena de infinitos absurdos que desconciertan.
Pero con total descaro, se encarga de hacerte saber, con la rigurosa verdad,
que no tiene ninguna necesidad de hacerte creer otra cosa.
Porqué son absolutamente verdaderos.
Autor: Miguel F. Romero Argentina 16/05/2013
Discurre mi existencia entre recuerdos escondidos
en las cavernas neblinosas de mi memoria,
mi alma se pierde en las guaridas de la historia
de mi vida, de instantes, de momentos ya perdidos.
Intuyo, por tesituras de valores, no buscadas,
que mi tiempo de la vida, obcecado , se acelera.
Y se olvida de advertirme lo que queda,
dudas de fuego, siembra y se aposenta en mi morada.
Estoy tranquilo, nada temo, alma y conciencia en armonía
noches de insomnio y evocaciones, pensando en los pequeños
que no los veré en sus vuelos, seres libres, primigenios,
que extrañare entristecido, en aquellos, últimos días.
El amor de los que me aman, y los momentos más queridos
sostienen momentos de dudas, dulces y amargos, evocando,
cruel espera que divaga en la esperanza, perseverando,
en la búsqueda de la vida, bien tan preciado y requerido.
Sigo andando en mis senderos, como si nada esté pasando.
A veces mi cuerpo se resiste, pero la vida está en la inercia
del movimiento cotidiano, ordenar , pensar la sugerencia
y seguir adelante, que el fuego no se apague, alentándolo.
La vida es eso, el devenir de alegrías y tristezas en el camino
trastocadas a veces por momentos crueles, no esperados.
Pero hay que seguir, venciendo en la lucha, concentrados,
la esperanza late siempre, en las huellas del camino.
La vida misma, en su tiempo, parece estar llena de infinitos absurdos que desconciertan.
Pero con total descaro, se encarga de hacerte saber, con la rigurosa verdad,
que no tiene ninguna necesidad de hacerte creer otra cosa.
Porqué son absolutamente verdaderos.