Carmen Roldán
Miembro Conocido
Aquella aquietada noche, en la soledad de mi casa, sentí algo extraño, una sensación rara, como si alguien me observara. Pensativa, me fui a mi habitación, me dejé caer en la cama, para tratar de tranquilízame.Entre consultar con la almohada y pelear con las sábanas, caí rendida al sueño.
Exaltada, me desperté inquieta y sudorosa. No me acordaba, si había tenido un mal sueño, que fuera causante de mi inquietud. Algo me oprimía el pecho que apenas me dejaba respirar, con una sensación extraña,que no me podía explicar.
De repente empecé a recordar mi niñez, con aquellas ilusiones tan lejanas. De mi juventud llena de sueños, que revolucionaban mi corazón.Como si fuera una película…Sorprendida vi, el tiempo pasar aprisa y en su trayectoria, el olvido de los valores de la vida, llegando a mi vejez con el alma vacía.
Extrañada de tan clara visión, quedé aturdida, sin saber que pasaba…
Cada vez, con más fuerza sentía en mi mente, una voz gritando su enojo. Con las manos en la cabeza, comencé a llorar desesperada. Tanto desaliento sentí, que asustada me levanté y comencé a dar vueltas por la alcoba, acabando sentada en un rincón de ella, frente la ventana.
Ese raro eco no dejaba de chillar su desespero. Me culpaba de usurpar su puesto, de matar sus sueños, por no ser leal a sus principios… por quedarse atrapada en el olvido.Presa de pánico, acurrucada en aquel rincón, no podía dejar de llorar y contemplando la oscuridad, deseé que muriera aquella aquietada noche. Aturdida lloré…lloré por no comprender lo que estaba sucediendo.
Poco a poco, el alba fue despuntando. Por la ventana, empezó a entrar la claridad de un nuevo amanecer, soleado y reluciente.
La voz dejó de resonar en mi mente, regresando despacio la calma.
Volví a sentir una sensación extraña, pero esta vez placentera, que hizo aligerar mi alma de antiguas ataduras y ambiciones que yo misma había construido.
Desde aquella noche, algo cambió en mí, ya no era la misma.
Aunque ha pasado tiempo, aún dudo quien ganó la batalla, mi otro yo, yo misma… O tal vez, el enfado de la razón, por la tozudez de mi torpe proceder, que me arrastró a la más vil codicia, acabando hundida en el lodo.
Solo sé que desde aquella noche, quise luchar con toda mi alma, para tratar de buscar la sensatez de mi cordura, hasta llegar a mis principios…. para ser una mujer libre, sin miedos. Tratando de ir tras mis sueños, ya que en ellos está mi verdadero yo, mi felicidad y mi buen razonamiento.
Porque cuando el corazón late a su libre albedrío y el alma sonríe, sin duda alguna es, porque sienten la satisfacción de saber vivir y valorar la vida.
Ahora lo sé, soy consciente de ello... Nunca es tarde para empezar de nuevo.
Autora: Carmen Roldán Gutiérrez- España
Reservados los derechos de autor- 30/09/2014
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