Equinoccio de otoño
La vida es, también, corazón,
resignar algo de luz en cada otoño,
cada vez que el dorado,
desviste melancólico,
la copa de los árboles caducos
y arrebata despiadado
el nutrido verdor de la hojarasca.
Sin embargo y a pesar de ello, amor,
el otoño es, además, la edad de oro
para los hombres sabios:
dan frutos los membrillos,
florecen las violetas y huelen
a castaños las horas cenicientas.
Es tregua y melodía de las hojas que caen
ante el recogimiento de los silentes días.
La incurable nostalgia que gotea en las ventanas
trae consigo el cielo de tus ojos amados
y entonces el morir, ese morir un poco
que regresa en otoño, se torna en prodigiosa,
en radiante primavera.
Ana María Broglio
Reública Argentina
La vida es, también, corazón,
resignar algo de luz en cada otoño,
cada vez que el dorado,
desviste melancólico,
la copa de los árboles caducos
y arrebata despiadado
el nutrido verdor de la hojarasca.
Sin embargo y a pesar de ello, amor,
el otoño es, además, la edad de oro
para los hombres sabios:
dan frutos los membrillos,
florecen las violetas y huelen
a castaños las horas cenicientas.
Es tregua y melodía de las hojas que caen
ante el recogimiento de los silentes días.
La incurable nostalgia que gotea en las ventanas
trae consigo el cielo de tus ojos amados
y entonces el morir, ese morir un poco
que regresa en otoño, se torna en prodigiosa,
en radiante primavera.
Ana María Broglio
Reública Argentina