Ese Yo que no aparento
Me dan ganas de andar descalzo
con el paso de la voluta, que al no dejar huella
ni proyección de sombra, deja la puerta abierta.
Me dan ganas de no haber sido,
ser lo que será, o nada,
que es lo mismo.
Andar sin extravíos, sin misterios,
con la voz prestada de un secreto.
andar con el atavió informal
de ese Yo que no aparento
para decir tantas cosas a la cara
y no arrepentirse de lo dicho,
ni pensar en la mala suerte
la impronta visceral llamada muerte.
Dan ganas de así descalzo
entregar mis pies a un trozo de suelo,
ser por ejemplo un árbol,
y temer mas a las plagas que a los gusanos,
convertirme en un cómodo injerto,
dar frutos secos, ecos del pensamiento.
Y si tuviese la voluntad de echar raíces,
mis dedos confundidos entre las lombrices
crecieran tan largos por debajo de la acera
pensarme infinito como lo es la tierra
como un espíritu que nunca tuvo cuerpo
para entenderme con los siglos
o aparentar que ya no existo.
Y si al crecer, la vista sobre los tejados
me deja mirar donde estoy plantado,
y ver que de las mayores casualidades
me trajo estar enfrente de tu casa,
voy a esconderme del invierno,
para darte paz y no hojarasca
abrazarte con mi sombra
como me abraza el viento,
mirar a la noche soñarte,
al oscurecerse aparentar tu pelo
Y poner en tus ojos todas sus estrellas
siendo tu la luna de su marea
y si mi rama prendida a tu ventana
olvida decirte con total certeza
que llevo un diario ceñido por corteza
donde lleve a pie juntillas,
cuando te cases o tengas un hijo,
cada uno de tus dias,
y verte, solo verte que iluminas
la llama, la tarde, donde Tú miras.
Pero me conozco muy bien
y no voy a andar descalzo
ni voy a robarte un pedazo de suelo
ni voy a darte sombra
ni ser fuego para tu invierno.
Por eso debería hacerme pedazos
contra un muro de concreto
que en concreto hablo de tu boca,
ese sitio predilecto.
Y olvidarme del otro yo,
darlo ya por muerto
y andar descalzo y estar contento,
siendo el Yo que no aparento.
FLL
Me dan ganas de andar descalzo
con el paso de la voluta, que al no dejar huella
ni proyección de sombra, deja la puerta abierta.
Me dan ganas de no haber sido,
ser lo que será, o nada,
que es lo mismo.
Andar sin extravíos, sin misterios,
con la voz prestada de un secreto.
andar con el atavió informal
de ese Yo que no aparento
para decir tantas cosas a la cara
y no arrepentirse de lo dicho,
ni pensar en la mala suerte
la impronta visceral llamada muerte.
Dan ganas de así descalzo
entregar mis pies a un trozo de suelo,
ser por ejemplo un árbol,
y temer mas a las plagas que a los gusanos,
convertirme en un cómodo injerto,
dar frutos secos, ecos del pensamiento.
Y si tuviese la voluntad de echar raíces,
mis dedos confundidos entre las lombrices
crecieran tan largos por debajo de la acera
pensarme infinito como lo es la tierra
como un espíritu que nunca tuvo cuerpo
para entenderme con los siglos
o aparentar que ya no existo.
Y si al crecer, la vista sobre los tejados
me deja mirar donde estoy plantado,
y ver que de las mayores casualidades
me trajo estar enfrente de tu casa,
voy a esconderme del invierno,
para darte paz y no hojarasca
abrazarte con mi sombra
como me abraza el viento,
mirar a la noche soñarte,
al oscurecerse aparentar tu pelo
Y poner en tus ojos todas sus estrellas
siendo tu la luna de su marea
y si mi rama prendida a tu ventana
olvida decirte con total certeza
que llevo un diario ceñido por corteza
donde lleve a pie juntillas,
cuando te cases o tengas un hijo,
cada uno de tus dias,
y verte, solo verte que iluminas
la llama, la tarde, donde Tú miras.
Pero me conozco muy bien
y no voy a andar descalzo
ni voy a robarte un pedazo de suelo
ni voy a darte sombra
ni ser fuego para tu invierno.
Por eso debería hacerme pedazos
contra un muro de concreto
que en concreto hablo de tu boca,
ese sitio predilecto.
Y olvidarme del otro yo,
darlo ya por muerto
y andar descalzo y estar contento,
siendo el Yo que no aparento.
FLL
