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Funeral

Con la lánguida luz
del final del otoño,
al pie de una roca,
enterré el beso
que me diste,
el dolor de mi vida,
el que me robó
el suspiro del amor
y me condenó
a la esclavitud
de los celos.
Lo enterré profundo
con la esperanza
de que el tiempo
y el peso del granito
hicieran
lo que mi razón no pudo.
Y me alejo de la tumba
sin rezar,
sin miramiento,
luchando contra los vientos
que me quieren devolver
el sufrimiento.
 
Última edición:
Con la lánguida luz
del final del otoño,
al pie de una roca,
enterré el beso
que me diste,
el dolor de mi vida,
e lque me robó
el suspiro del amor
y me condenó
a la esclavitud
de los celos.
Lo enterré profundo
con la esperanza
de que el tiempo
y el peso del granito
hicieran
lo que mi razón no pudo.
Y me alejo de la tumba
sin rezar,
sin miramiento,
luchando contra los vientos
que me quieren devolver
el sufrimiento.
Qué grande, Javier!!! Se me puso la piel de gallina al leer este poema maravilloso. Como siempre, un placer leerte, amigo. Mil gracias por estar y compartir tus obras.
Un fuerte abrazo.
 
Triste pero hermoso poema!!! Por el camino dejamos muchas cosas y a veces hacemos lo imposible para olvidar, aunque al final del día la lluvia gris de los recuerdos nos atrape en la soledad. ¡Maravillosos versos! Un placer disfrutar de esta inmensa y dolorosa poesía, Javier, recibe la más cordial felicitación y saludo.
 

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