Jorge Toro
Miembro Conocido
Soy oriundo de un país que vive en guerra
desde tiempos que superan a mi edad,
un conflicto que socava nuestra tierra
y acribilla todo anhelo de hermandad.
No la sufro en carne propia, les confieso,
pero sé de miles de hombres inmolados,
de masacres donde nadie sale ileso,
del dolor que es personaje en todos lados.
Sé también de desplazados, ya habituales,
que dejaron tierra y sueños sepultados
porque bandas de rufianes ilegales
les lanzaron de sus ranchos, aterrados.
Como siempre, los reclutas se disparan
y se matan con sevicia y con rencor,
empuñando unos fusiles que no paran
de sembrar consternaciones y dolor.
Entre tanto, los voceros de ambos mandos
“hablan babas” y especulan en la mesa
mientras dictan instrucciones a sus bandos
de atacar a sus rivales por sorpresa.
Y en la sombra confabulan hombres ruines
apuntando al objetivo de intrigar,
para que el conflicto siga y los botines
que derivan, continúen sin parar…
Más abajo, el pueblo pobre y desvalido
continúa su carrera sin futuro,
y la patria sigue siendo un malherido
donde solo el potentado está seguro.
Los fusiles y metrallas se convierten
en verdugos de los rasos campesinos,
mientras jefes y opulentos solo invierten
en inmundos contubernios clandestinos.
Al final saldrán ganando dinerales
los que logren los poderes en su mano,
el gobierno o la guerrilla o radicales
seguirán timando al raso ciudadano.
Qué tristeza tan inmensa por mi tierra
condenada por bellacos a una guerra
que al humilde de su suelo le destierra,
que de a poco nos abate y nos entierra!!
desde tiempos que superan a mi edad,
un conflicto que socava nuestra tierra
y acribilla todo anhelo de hermandad.
No la sufro en carne propia, les confieso,
pero sé de miles de hombres inmolados,
de masacres donde nadie sale ileso,
del dolor que es personaje en todos lados.
Sé también de desplazados, ya habituales,
que dejaron tierra y sueños sepultados
porque bandas de rufianes ilegales
les lanzaron de sus ranchos, aterrados.
Como siempre, los reclutas se disparan
y se matan con sevicia y con rencor,
empuñando unos fusiles que no paran
de sembrar consternaciones y dolor.
Entre tanto, los voceros de ambos mandos
“hablan babas” y especulan en la mesa
mientras dictan instrucciones a sus bandos
de atacar a sus rivales por sorpresa.
Y en la sombra confabulan hombres ruines
apuntando al objetivo de intrigar,
para que el conflicto siga y los botines
que derivan, continúen sin parar…
Más abajo, el pueblo pobre y desvalido
continúa su carrera sin futuro,
y la patria sigue siendo un malherido
donde solo el potentado está seguro.
Los fusiles y metrallas se convierten
en verdugos de los rasos campesinos,
mientras jefes y opulentos solo invierten
en inmundos contubernios clandestinos.
Al final saldrán ganando dinerales
los que logren los poderes en su mano,
el gobierno o la guerrilla o radicales
seguirán timando al raso ciudadano.
Qué tristeza tan inmensa por mi tierra
condenada por bellacos a una guerra
que al humilde de su suelo le destierra,
que de a poco nos abate y nos entierra!!