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Hasta nuevo aviso

HASTA NUEVO AVISO


Hay un tallarín ausente,
danzando en medio de una nube
despoblada de recuerdos.

Sus largos e inexistentes brazos
parecen dibujar una sonrisa.

Yo no puedo intuir el desborde
por el que su textura se disuelve.

Atenta veo acercarse
con el sigilo de una pantera
una escopeta
en un ataque de tos compulsiva.

Hay cercano al tallarín
una aceituna vetusta
las anchas y añosas arrugas que exhibe
contrastan indiferentes
con la pálida expresión de la lechuga
al recibir en la nervatura de sus hojas
los azotes de una gota de limón

Oh, Aceituna, musita el tallarín
¡Vete de aquí, ¿no ves que hieres mi orgullo?
replica la aceituna.

¿Acaso no sabes, Oh, amada
que por tí aceptaría
el estornudo de la crítica escopeta?

¡No tallarín, tu sacrificio no viene al caso!
Sólo enrróllate a mi cintura y espera
el paso de la nube.

Ha disparado una escopeta
en un vómito de ordenada y cromática procesión.

El Tallarín cae agujereado
y se respliega agónico
en el laberinto de sus intestinos.

La aceituna increpa a la escopeta.
pero ya es demasiado tarde.

La lechuga cubre el ensangrentado rostro del tallarín
y aúlla como una rata
con dolor de muuelas.

Y la escopeta vuelve a toser con su aguda nariz de zancudo
pulverizando su propio cráneo
a la altura de sus ojos de madera.

La aceituna rueda sobre un platillo
hasta detenerse
en un anillo de tuercas.

Cae el plato estrepitosamente
y pierdo el recuerdo de los hechos
hasta nuevo aviso.



E.D.A
 

MARIPOSA NEGRA

********
me encantó esa historia que nos cuentas, como cualquiera podríamos convertirnos en la aceituna que gira sin parar por este mundo lleno de casualidades o el tallarín perforado que lo da todo por quien ama, un placer enorme leerte, besos
 

Cisne

Moderadora del Foro Impresionismo y Expresionismo,
HASTA NUEVO AVISO


Hay un tallarín ausente,
danzando en medio de una nube
despoblada de recuerdos.

Sus largos e inexistentes brazos
parecen dibujar una sonrisa.

Yo no puedo intuir el desborde
por el que su textura se disuelve.

Atenta veo acercarse
con el sigilo de una pantera
una escopeta
en un ataque de tos compulsiva.

Hay cercano al tallarín
una aceituna vetusta
las anchas y añosas arrugas que exhibe
contrastan indiferentes
con la pálida expresión de la lechuga
al recibir en la nervatura de sus hojas
los azotes de una gota de limón

Oh, Aceituna, musita el tallarín
¡Vete de aquí, ¿no ves que hieres mi orgullo?
replica la aceituna.

¿Acaso no sabes, Oh, amada
que por tí aceptaría
el estornudo de la crítica escopeta?

¡No tallarín, tu sacrificio no viene al caso!
Sólo enrróllate a mi cintura y espera
el paso de la nube.

Ha disparado una escopeta
en un vómito de ordenada y cromática procesión.

El Tallarín cae agujereado
y se respliega agónico
en el laberinto de sus intestinos.

La aceituna increpa a la escopeta.
pero ya es demasiado tarde.

La lechuga cubre el ensangrentado rostro del tallarín
y aúlla como una rata
con dolor de muuelas.

Y la escopeta vuelve a toser con su aguda nariz de zancudo
pulverizando su propio cráneo
a la altura de sus ojos de madera.

La aceituna rueda sobre un platillo
hasta detenerse
en un anillo de tuercas.

Cae el plato estrepitosamente
y pierdo el recuerdo de los hechos
hasta nuevo aviso.



E.D.A


Enrique
Me encantó leerte esta historia versada del tallarín, la aceituna, la escopeta...
me gusta la personificación que realizas.
Felicitaciones y un abrazo
Ana
 
HASTA NUEVO AVISO


Hay un tallarín ausente,
danzando en medio de una nube
despoblada de recuerdos.

Sus largos e inexistentes brazos
parecen dibujar una sonrisa.

Yo no puedo intuir el desborde
por el que su textura se disuelve.

Atenta veo acercarse
con el sigilo de una pantera
una escopeta
en un ataque de tos compulsiva.

Hay cercano al tallarín
una aceituna vetusta
las anchas y añosas arrugas que exhibe
contrastan indiferentes
con la pálida expresión de la lechuga
al recibir en la nervatura de sus hojas
los azotes de una gota de limón

Oh, Aceituna, musita el tallarín
¡Vete de aquí, ¿no ves que hieres mi orgullo?
replica la aceituna.

¿Acaso no sabes, Oh, amada
que por tí aceptaría
el estornudo de la crítica escopeta?

¡No tallarín, tu sacrificio no viene al caso!
Sólo enrróllate a mi cintura y espera
el paso de la nube.

Ha disparado una escopeta
en un vómito de ordenada y cromática procesión.

El Tallarín cae agujereado
y se respliega agónico
en el laberinto de sus intestinos.

La aceituna increpa a la escopeta.
pero ya es demasiado tarde.

La lechuga cubre el ensangrentado rostro del tallarín
y aúlla como una rata
con dolor de muuelas.

Y la escopeta vuelve a toser con su aguda nariz de zancudo
pulverizando su propio cráneo
a la altura de sus ojos de madera.

La aceituna rueda sobre un platillo
hasta detenerse
en un anillo de tuercas.

Cae el plato estrepitosamente
y pierdo el recuerdo de los hechos
hasta nuevo aviso.



E.D.A
Un poema, Enrique, donde interactúan todas las posibilidades de comunicación (imágenes, texto, pluralidad expresiva, etc.), la riqueza poética y el lenguaje visual. Bien construido, donde la escopeta, el tallarín y la aceituna encajan visualmente en tu historia como si se tratará de un puzzle.
Buen trabajo,
francisco javier silva
 

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