Cristina Guerrero S
Miembro Conocido
HE SIDO.
He sido propiedad del silencio entumecido de un castillo de añoranzas,
palacio del infinito a donde habitan las alas azules de una alondra enamorada,
He tenido la figura de una joven bella y de piel blanca,
con cabellos rojos como el fuego y la mirada penetrante en perlas de nácar,
y mi voz es la de una flor dorada por el sol plantada por los ángeles en la cima de una colina en lo alto de una montaña.
He sido leña de un verde bosque a donde convergen matutinas gotas de rocío con el canto sublime de la cascada empedrada que baña mientras canta el desnudo de mi piel morena y suave como un diamante negro,
joya impregnada del deseo oculto de los hombres por ser monjes clandestinos de un futuro universo que solo el rey Midas ha conquistado en sueños.
He sido habitante oculto del desierto,
y tras mis ojos azules como el océano que no conozco ni conoceré,
yace la ausencia de un Dios que ha dejado a su suerte a mi pueblo,
y en mi alma de Tuareg, se dibuja el dolor y la nostalgia de un oasis que dejé atrás para alcanzar un sueño.
He sido habitante de un cuerpo sin maldad
y que pinta de ébano la estampa amarilla de una Sabana sobre poblada,
Cansada de ilustraciones falsas en que se tilda de rey a un felino y se olvidan de la sed que oculta mi rostro de niño.
He sido anciana también en un mundo de papel,
con mis pies adoloridos y el torpe balbucear de una que alguna vez fue
una mujer de guerrillas ganadas cuando se trataba de entregar amor y lograr una sonrisa en aquellos que vestían con dulzura sus caricias en cada amanecer,
aun en la pobreza en que el mundo humillaba "Sin querer"
a esa doncella mal vista, solo porque decidió darle vida a cada uno de sus hijos sin distinción de edades, sin un soplo de duda en su razón de ser.
He sido espíritu libre en el paseo de la vida justo donde roza la elocuencia de mi voz con el instinto de la locura inminente cuando se tiene las vestiduras de un sueño hecho de a dos,
Y he mirado la luna desde el pasillo del palacio de rocas fuertes que arrolla en la distancia las miradas de un mundo enmudecido en la impresión de un beso
entre la luna y el sol
dejando celoso al océano de aves púrpuras que decoran el horizonte con las plumas de unas alas que hoy no vuelan porque están entristecidas por un amor fracasado y un pedacito del ayer.
He sido niña de ojos de miel
que carcome corazones de millones cuando alza su mirada en son de súplica por la paz en su tierra lejana,
allí donde el arcoíris de la mañana parece comenzar a nacer,
donde el aire es tan frío que penetra como dagas los pulmones del roble que crece firme en lo alto de un volcán majestuoso enamorado de mis cabellos negros y lisos como un río en la noche de luna llena,
como cuando los latidos del corazón se detienen para escuchar la voz del trueno que grita apasionados versos
queriendo conquistar el alma de esta pequeña doncella.
He sido alma de muchos y de tantos que caminan por sus propios castillos
todos hechos de sueños y promesas, de un bello anochecer,
Alma de luces y suaves sonidos de violines,
de piedras preciosas e ilusiones por conocer,
almas todas una y diferentes,
almas que han brillado y brillarán en los ojos de miel,
o en los de un océano desconocido, tras el rostro de un Tuareg.
(CRISTINA GUERRERO)
He sido propiedad del silencio entumecido de un castillo de añoranzas,
palacio del infinito a donde habitan las alas azules de una alondra enamorada,
He tenido la figura de una joven bella y de piel blanca,
con cabellos rojos como el fuego y la mirada penetrante en perlas de nácar,
y mi voz es la de una flor dorada por el sol plantada por los ángeles en la cima de una colina en lo alto de una montaña.
He sido leña de un verde bosque a donde convergen matutinas gotas de rocío con el canto sublime de la cascada empedrada que baña mientras canta el desnudo de mi piel morena y suave como un diamante negro,
joya impregnada del deseo oculto de los hombres por ser monjes clandestinos de un futuro universo que solo el rey Midas ha conquistado en sueños.
He sido habitante oculto del desierto,
y tras mis ojos azules como el océano que no conozco ni conoceré,
yace la ausencia de un Dios que ha dejado a su suerte a mi pueblo,
y en mi alma de Tuareg, se dibuja el dolor y la nostalgia de un oasis que dejé atrás para alcanzar un sueño.
He sido habitante de un cuerpo sin maldad
y que pinta de ébano la estampa amarilla de una Sabana sobre poblada,
Cansada de ilustraciones falsas en que se tilda de rey a un felino y se olvidan de la sed que oculta mi rostro de niño.
He sido anciana también en un mundo de papel,
con mis pies adoloridos y el torpe balbucear de una que alguna vez fue
una mujer de guerrillas ganadas cuando se trataba de entregar amor y lograr una sonrisa en aquellos que vestían con dulzura sus caricias en cada amanecer,
aun en la pobreza en que el mundo humillaba "Sin querer"
a esa doncella mal vista, solo porque decidió darle vida a cada uno de sus hijos sin distinción de edades, sin un soplo de duda en su razón de ser.
He sido espíritu libre en el paseo de la vida justo donde roza la elocuencia de mi voz con el instinto de la locura inminente cuando se tiene las vestiduras de un sueño hecho de a dos,
Y he mirado la luna desde el pasillo del palacio de rocas fuertes que arrolla en la distancia las miradas de un mundo enmudecido en la impresión de un beso
entre la luna y el sol
dejando celoso al océano de aves púrpuras que decoran el horizonte con las plumas de unas alas que hoy no vuelan porque están entristecidas por un amor fracasado y un pedacito del ayer.
He sido niña de ojos de miel
que carcome corazones de millones cuando alza su mirada en son de súplica por la paz en su tierra lejana,
allí donde el arcoíris de la mañana parece comenzar a nacer,
donde el aire es tan frío que penetra como dagas los pulmones del roble que crece firme en lo alto de un volcán majestuoso enamorado de mis cabellos negros y lisos como un río en la noche de luna llena,
como cuando los latidos del corazón se detienen para escuchar la voz del trueno que grita apasionados versos
queriendo conquistar el alma de esta pequeña doncella.
He sido alma de muchos y de tantos que caminan por sus propios castillos
todos hechos de sueños y promesas, de un bello anochecer,
Alma de luces y suaves sonidos de violines,
de piedras preciosas e ilusiones por conocer,
almas todas una y diferentes,
almas que han brillado y brillarán en los ojos de miel,
o en los de un océano desconocido, tras el rostro de un Tuareg.
(CRISTINA GUERRERO)
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