Carmen Roldán
Miembro Conocido
Me adentré en un cuento. En un día soleado con el cielo azul despejado, el río Darro con su agua cristalina y su dulce murmullo. Su entorno lleno de flores, árboles frondosos, pájaros de todos los colores y mariposas revoloteando por los matorrales. Alcé la vista y vi una gran muralla.
Y quise verla de cerca, me atreví a acercarme a ella. Me impactó tanto que busqué por donde adentrarme, tanto lo deseé, que no se cómo, vi delante de mí muchas puertas, elegí una de ellas. La puerta de los siete suelos, me atreví a entrar. Y al entrar, quedé atónita de tanta belleza. Estaba dentro de un Mundo maravilloso de ensueño.
Llenos de jardines, fuentes de agua cristalina y fresca, con un sonido que parecía la más bella de las melodías. Era una bella ciudad. Estaba llena de palacios, a cual más bonito. Una ciudad tan bella como nunca vieron mis ojos. Los jardines eran preciosos, con toda clase de flores, de coloridos alegres y un sinfín de mezcla de perfumes. Chorros de agua por todas partes, canales con agua de un lado a otro del camino, con una arboleda espesa y bella.
Y entre tanta belleza, me perdí por los jardines del palacio de los Leones. En medio de parajes tan bellos, de tanta belleza que deleitó mi corazón entre tanta hermosura. Me di cuenta de que había una linda torre y me adentré en ella. Subiendo las escaleras oí llantos y lamentos. Miré por todas partes y no vi nada. Me estremecí al ver una oscura sombra que pronto desapareció.
Entre tanto misterio, subí corriendo a lo alto de la torre. Y allí vi al Sultan entre lamentos, pues su amor era imposible. Su amada era princesa cristiana, cautiva en la torre y hacía irrealizable su idilio. Todas las noches con sigilo iba a visitarla, a mostrarle cuanto la amaba. Y ella en la cautividad, enloquecida de amor, de pena murió. Él, desesperado y con el corazón roto, se adentró en los confines de la Alhambra. Perdido por los rincones de la desesperación. Nunca jamás nadie supo de él. Tanto era su dolor que me cautivó su triste mirada. Quise acercarme a él, pero como el humo, desapareció. Me entristecí de tanto dolor y lloré. Respiré una suave brisa que a la vez, me iba quitando el congojo.
Al mirar por la balconeada de la torre, admiré parajes hermosos. Se divisaba la preciosa ciudad de Granada. Trayéndome el suave viento, el sentir de poesías musulmanas que me iba diciendo a la vez, con sutil delicadeza, que me encontraba en la Alhambra. Tanto cúmulo de belleza encerrada dentro de la muralla, me hizo soñar, enamorar mi corazón y conquistar el alma.
¡¡Que maravilla la Alhambra!! Qué embrujo tienes, pues quedé encantada de tanta belleza, enamorándome… nada más verte.
No sé cómo me adentré en el cuento, ni sé cómo salí de él. Ese misterio nunca lo sabré. Sólo sé que valió la pena. Que más da… fuera como fuera, estuve en un maravilloso lugar de ensueño dentro de una inexplicable belleza.
Autora: Carmen Roldán Gutiérrez-España. Reservados los derechos de autor. Fecha: 30/09/2013
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