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Herencia generosa




Cuando el lechero murió,
el abogado Sarmiento,
a la familia leyó
el siguiente testamento:

A Juan le dejo las casas
que se encuentran en las Lomas;
las del sur son para Chona
y a Petra la de las Plazas.

Las del Pedregal a Hernando;
y dejo para Vicente
las que están en el oriente,
y las del centro a Fernando.

A mi mujer Soledad,
que me cuidó en mi suplicio,
le dejo los edificios
que se hallan en la ciudad.

El abogado curioso
le preguntó a la señora
que si era rico su esposo.

Y ella dijo sin demora
y sin caer en deslices
para que nadie sospeche:
“Qué rico ni que narices,
vivimos con estrecheces
en moradas diminutas;
él se refiere a las rutas
para repartir la leche”.
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO



Cuando el lechero murió,
el abogado Sarmiento,
a la familia leyó
el siguiente testamento:

A Juan le dejo las casas
que se encuentran en las Lomas;
las del sur son para Chona
y a Petra la de las Plazas.

Las del Pedregal a Hernando;
y dejo para Vicente
las que están en el oriente,
y las del centro a Fernando.

A mi mujer Soledad,
que me cuidó en mi suplicio,
le dejo los edificios
que se hallan en la ciudad.

El abogado curioso
le preguntó a la señora
que si era rico su esposo.

Y ella dijo sin demora
y sin caer en deslices
para que nadie sospeche:
“Qué rico ni que narices,
vivimos con estrecheces
en moradas diminutas;
él se refiere a las rutas
para repartir la leche”.

jjajajajjajajja esta genial hombre precavido vale por dos antes de morir dejo todas las órdenes jjajajajjaja muy buen poema Victor,te felicito me robaste varias risas,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 



Cuando el lechero murió,
el abogado Sarmiento,
a la familia leyó
el siguiente testamento:

A Juan le dejo las casas
que se encuentran en las Lomas;
las del sur son para Chona
y a Petra la de las Plazas.

Las del Pedregal a Hernando;
y dejo para Vicente
las que están en el oriente,
y las del centro a Fernando.

A mi mujer Soledad,
que me cuidó en mi suplicio,
le dejo los edificios
que se hallan en la ciudad.

El abogado curioso
le preguntó a la señora
que si era rico su esposo.

Y ella dijo sin demora
y sin caer en deslices
para que nadie sospeche:
“Qué rico ni que narices,
vivimos con estrecheces
en moradas diminutas;
él se refiere a las rutas
para repartir la leche”.
Jsjajsjasjajsjasjajsj, muy bueno, me hiciste reír mucho!!!!!!
Te dejo mi cariño.
Remuacssssssssssssssss.
 

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