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Historias de mi vecino

Les contaré de Julián
señor entrado en los años,
de procederes extraños
y presunción de don Juan.
Aquello que leerán
-si continúan aquí-
es algo que de por sí
levantará su sorpresa,
al conocer su traviesa
historia de frenesí.

Julián mi viejo vecino
se tinturaba las canas,
trotaba por las mañanas;
y se embriagaba con vino.
También actuaba el cretino
cual viejo verde - animado -
y perseguía porfiado
cualquiera chica inexperta,
para llevarla a su puerta
con labia de enamorado.

Jamás pescó ni en acuario
un pececito dormido;
y así su gélido nido
mas parecía un santuario.
Con sus maneras de otario*
escarnios solo lograba,
cuando infructuoso intentaba
flechar alguna muchacha,
con su famélica facha
y chorreando la baba.

Sabidas de sus manías
y de su buen capital,
llegaron a su portal
las mas impúdicas tías.*
En cándidas fantasías
el tonto se imaginaba
que siempre las desfloraba;
y en consecuencia dinero
les daba, cual caballero,
las veces que las amaba.

Debido a sus aventuras
sufrió las enfermedades,
que sus insanas beldades
le contagiaron a oscuras.
En medio de calenturas,
dolores y hasta inyecciones,
Julián tomó sus lecciones
y quiso un vuelco en sus pasos,
que le evitara fracasos
y devolviera "blasones".

Así mudó de objetivo
buscando damas mayores,
a quienes ramos de flores
les remitía afectivo.
Un vividor trasvertido
con su disfraz lo tramó,
amor al necio juró;
y lo llevó hasta su pieza,
donde con fiera dureza
sin compasión lo violó.

El pobre viejo, dolido
en su decoro y su recto,
postrado supo el efecto
de su inaudito descuido.
Dejando atrás lo sufrido
buscó correctas señoras;
y viéndolas seductoras
recomenzó su conquista;
con una dama adventista
que cortejó sin demoras.

Con paso alegre y galante,
la saludó con la venia,
le regaló una gardenia
y le hizo un guiño insinuante.
Por su desgracia al instante
apareció su marido,
un comandante fornido
que con maneras no tiernas
le pateó entre las piernas
y lo dejó malherido.

Ahora vive mohíno,
y no tintura sus canas,
no trota por las mañanas
y menos gusta del vino.
Susurran que hoy el cochino
practica del onanismo,
que vive en pleno mutismo
y a todas damas esquiva,
pues el mirarlas aviva
su colosal idiotismo.

* otario: Tonto, necio, fácil de embaucar.

*tías: prostitutas
 
Muy bueno, Jorge. Se me hizo raro encontrar este poema cómico en prosa jocosa. Saludos.
Hola Víctor.

Muchas gracias por tus palabras y por sacar este texto del anonimato. Cuando lo publiqué pensé ponerlo en poemas jocosos, pero tarde me di cuenta del error que había cometido y no supe remediarlo.

A propósito, anteayer te respondí aquí mismo, e incluso a JAVIER TOMAS que también me comentó este texto. No sé que sucedió pero todo eso desapareció!!

Un abrazo.
 
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