Yaneth Hernández
Miembro Conocido
De las lágrimas silentes
los muertos se escapan,
de los sueños que son un mapa perdido
el errante hace un techo.
Yo vivo en los libros de los ilustres,
desde Víctor Hugo hasta Sábato
buscando las quimeras de sus agonías.
Confío los pesares de mis años,
a lo que he vivido entre lo claro, y lo fantástico,
puedo marcharme
con la satisfacción de haber cruzado los limites.
Me siento a descansar sobre una roca,
con el viento golpeando mi espalda,
y algunos pensamientos que me liberan.
Ahora sé que he vivido, y nada importa más
que la paz que logro cuando te leo en el pentagrama
de una música efímera,
complacida de saber que compartiremos
la misma tierra muerta, y la eterna luz del sol.
Me bañé en mareas cristalinas
y en charcos de barro,
me alimente del aire,
jugué con la libertad
y amé sin mesura,
rompí los espejos y traicione muchas manos.
Conocí las calles y sufrí desengaños,
creí y mentí, soñé y perdí,
ahogue en el licor dolores y alegrías.
De algo puedo ufanarme, y es que nunca
he odiado ni guardado rencores,
he querido a mi manera y aunque poco
he sido comprendida, he sido feliz cuando la luna
con su vientre luminoso, ha colmado mis noches
de blancas esperanzas.
Es la soledad mi faro,
en ella mi inspiración reposa,
maestra de todo lo que he aprendido.
Hoy mi camino es distinto, la tormenta ha cesado.
Derechos reservados.
los muertos se escapan,
de los sueños que son un mapa perdido
el errante hace un techo.
Yo vivo en los libros de los ilustres,
desde Víctor Hugo hasta Sábato
buscando las quimeras de sus agonías.
Confío los pesares de mis años,
a lo que he vivido entre lo claro, y lo fantástico,
puedo marcharme
con la satisfacción de haber cruzado los limites.
Me siento a descansar sobre una roca,
con el viento golpeando mi espalda,
y algunos pensamientos que me liberan.
Ahora sé que he vivido, y nada importa más
que la paz que logro cuando te leo en el pentagrama
de una música efímera,
complacida de saber que compartiremos
la misma tierra muerta, y la eterna luz del sol.
Me bañé en mareas cristalinas
y en charcos de barro,
me alimente del aire,
jugué con la libertad
y amé sin mesura,
rompí los espejos y traicione muchas manos.
Conocí las calles y sufrí desengaños,
creí y mentí, soñé y perdí,
ahogue en el licor dolores y alegrías.
De algo puedo ufanarme, y es que nunca
he odiado ni guardado rencores,
he querido a mi manera y aunque poco
he sido comprendida, he sido feliz cuando la luna
con su vientre luminoso, ha colmado mis noches
de blancas esperanzas.
Es la soledad mi faro,
en ella mi inspiración reposa,
maestra de todo lo que he aprendido.
Hoy mi camino es distinto, la tormenta ha cesado.
Derechos reservados.