margui
Miembro Conocido
I
En noche de luna oculta
que nubes su brillo velan
vime en cráter apagado
que lava en bloques rodea.
Un ramo de oro en mis manos,
cubre un velo mi cabeza,
Sin temor, hacia el lugar
donde pernoctar me ordenan
ando la arena quemante,
bajo el pie blanda se aprecia.
Las nubes se amontonaban
el rayo al surcar la niebla
da en llamas matiz sangrante
donde férreo altar se encuentra,
en él coloco la rama,
digo el conjuro aunque tema.
Bajo mi pie el trueno estalla,
tiembla al instante la tierra,
el rugido del Vesubio
responde, el golpe refuerza
y al fuego del rayo se une.
Coro de genios se eleva
a Dios alabando, el eco
hizo que la rama ardiera.
De repente, un humo espeso.
¡No puedo ver!, ¡Me rodea!
creí descender abismos
hundido en las tinieblas.
¿Cuánto tiempo? yo lo ignoro
Mi ojo busca con vehemencia
altar, Vesubio y campiña
entre objetos que rodean
idos lejos de mis ojos.
Hondo espacio bajo tierra
solo, alejado del mundo,
junto a nívea vestimenta
tejida sin mucha trama,
larga y blanca en apariencia
compuesta de hilo de lino;
de granito, había una mesa
una lámpara de cobre
sobre su negra cubierta
folio en caracteres griegos
camino a seguir me orienta.
Portando lámpara y manto.
vi de mármol pared negra,
Avancé por las angostas
tres millas de estrecha senda,
mis pasos repercutían
de aterradora manera.
Bajo arcos silenciosos
finalmente hallé una puerta;
a unas gradas conducía.
Mucho tiempo marché a tientas
percibí una luz errante,
oculté mi candileja.
Mis ojos en los objetos,
entreveo. Se dispersan,
del futuro los temores,
y del pasado las penas.
Mi ruta aún más difícil
bloqueada por piedras negras
y a dar fin no me atrevía
a mi subterránea empresa.
Después de una larga marcha
al final llego a la meta.
Veo una plaza cuadrada;
en cada lado una puerta
de colores diferentes,
sus cuatro lados se encuentran
en los puntos cardinales
la septentrional es negra,
del lado opuesto la roja,
la azul al oriente enfrenta,
blanco brillante al oeste.
En el centro de la pieza
había una maza cuadrada
y acrisolaba una estrella.
Luce el norte la pintura
de una desnuda doncella
doble banda en plata luce,
colgando una bruna tela
encima de sus rodilla.
Una vara en manos lleva,
toca la frente de un hombre
que se coloca ante ella.
Copa y moharra encima
de pie central, una mesa.
Desde la tierra hacia el hombre
súbita llama se eleva.
En inscripción se me indica
de allí salir, la manera,
otra reza los motivos
y el simbolísmo que encierra.
la enigmatica pintura.
Estudié el cuadro y la estrella.
y después traté de irme
quise entrar la roja puerta
y con espantoso ruido
sobre sus goznes voltea,
se cerró delante mío.
Traté de suerte pareja
sobre la de color cielo,
no se hubo cerrado ella
pero un ruido repentino
me hizo voltear la cabeza.
Vi que la estrella se agita
se desprende y veloz rueda,
se introduce en la abertura
que deja la blanca puerta
la seguí inmediatamente.
El viento arreciaba afuera.
II
El vendaval espantoso
dificultaba que ardiera
de mi lámpara la lumbre.
En mármol mi vista aprecia
una blanca plataforma
y una extensión de agua inmensa;
que se alcanzaba subiendo
nueve gradas de escalera.
Impetuosos se escuchaban
torrentes a mi derecha;
masa fría de granizos
lluvia, chasqueaba a mi izquierda,
Maravillado observaba
cuando despacio la estrella
aquella que me guiaba
sobre mi se balancea
se zambulle en remolino
creo que Lo Alto me ordena
precipitarme en las olas.
Mi candil en la cabeza
púsome mano invisible.
Alcanzando orilla opuesta
yo rompí la ola espumante
al final, luminiscencia
débil, vi en el horizonte
que ahora percibía apenas.
Vanos eran mis esfuerzos
por alcanzar la ribera
parecía ante mí alejarse
a medida que se acerca.
El sudor cubría mi rostro
me abandonaron las fuerzas,
yo no temía a la muerte
más mi ser de miedo tiembla
por morir no iluminado.
Lloro y mis ojos se elevan
grito: “!Señala tu juicio,
redime, aviva! ¿Me aceptas? ”
Con mis miembros fatigados
podía moverme apenas
más, me hundía cada vez
cuando vi una barca cerca,
el hombre que conducía
luce rica vestimenta,
corona de oro en su frente
la proa como de vuelta
“Ven conmigo” dice él
“Tengo el principio en la Tierra
a la graduación te instruyo”
Al instante mi respuesta:
“Bueno es, esperar confiando
lo que en principio creyera”
Barca y monarca en las aguas
hundido al momento fueran.
Al poder lograr mi objeto
nueva fuerza hubo en mis venas.
Ante mí un muro de plata
en playa de verde arena
incrustadas sobre el muro
finas laminas impresas
compuestas por mármol rojo.
Grabada una de ellas
con caracteres sagrados
y la otra en letras griegas.
Férreo círculo, en el centro
corona de oro se muestra
cuidada por dos leones
colocada de ellos cerca
uno rojo y el otro negro
que sobre nubes se asientan.
Junto al círculo se veía
un arco con sus dos flechas.
Sobre el leonino flanco
descifraba unos emblemas
y apenas lo conseguía
cuando se esfuma la escena...
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