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Inmigrante



Hermano inmigrante,
¡Cuánta lágrima partida y estómago vacío
en tu corazón exiliado!
¡Cuánta muerte de hielo frío
atravesando tus huesos!

Dejando tu madre patria vagas perdido
en busca de nuevos horizontes.
Te espera la boca furiosa de la incertidumbre,
las espinas de la discriminación, la pobreza
y la explotación insana.

La guerras,
las malas políticas internas,
el hambre,
te alejan de tu terruño,
y tú mas solo que piedra en desierto,
asumes el reto.

¡Cuánto dolor escurriéndose entre tus dedos!
¡Cuántas dagas lacerando tu dignidad de ser humano!
Nadie pone la espalda,
para cubrir tus carencias,
nadie vela por nadie en este mundo dividido.

Inmigrante bate tus alas no cortes tus vuelos,
lucha con tesón en esta nueva tierra,
brega por tus hijos, por tu familia por el nombre de tu nación.

Fuerza, ánimo, vigor hermano exiliado.
Una mano blanca siempre aparece.
Que no se pague la luz de la esperanza en tus ojos cansados.
El niño Dios que también fue inmigrante en Egipto
acompañe tus pasos.


Autora Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados
 

Severino Esteve

Miembro Conocido


Hermano inmigrante,
¡Cuánta lágrima partida y estómago vacío
en tu corazón exiliado!
¡Cuánta muerte de hielo frío
atravesando tus huesos!

Dejando tu madre patria vagas perdido
en busca de nuevos horizontes.
Te espera la boca furiosa de la incertidumbre,
las espinas de la discriminación, la pobreza
y la explotación insana.

La guerras,
las malas políticas internas,
el hambre,
te alejan de tu terruño,
y tú mas solo que piedra en desierto,
asumes el reto.

¡Cuánto dolor escurriéndose entre tus dedos!
¡Cuántas dagas lacerando tu dignidad de ser humano!
Nadie pone la espalda,
para cubrir tus carencias,
nadie vela por nadie en este mundo dividido.

Inmigrante bate tus alas no cortes tus vuelos,
lucha con tesón en esta nueva tierra,
brega por tus hijos, por tu familia por el nombre de tu nación.

Fuerza, ánimo, vigor hermano exiliado.
Una mano blanca siempre aparece.
Que no se pague la luz de la esperanza en tus ojos cansados.
El niño Dios que también fue inmigrante en Egipto
acompañe tus pasos.


Autora Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados
Dura vida la del inmigrante, el emigrante. La pobreza se globaliza, la riqueza sigue siendo propiedad privada, las fronteras discriminan... y se sigue mirando hacia otro lado.
No creo en patrias ni en dioses, y ya dudo de la buena fe de los humanos.
Buen poema denuncia y testimonio de lo que ocurre, por los siglos de los siglos.
Saludo, Elvira, y sigamos creyendo en la esperanza.
 

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