Inmortales
Tengo por ilusión una miseria,
una ciudad perdida
de la cual nadie se acuerda
que no figura en ningún mapa
aquí donde tu nacimiento
tampoco figura en el acta.
Una ciudad donde a los muertos
les damos flores y no se entierran,
al cielo se les levanta
y se llenen de aire sus cuencas
y suenen libres sus gargantas
y descansen en paz
por las lluvias de las lluvias
del polvo que fueron y serán
siembren el grano de la experiencia
y en indómita hierba ajena
resuciten un día cualquiera
en rito sagrado andar sin pausa
y sentarse como en vida a la mesa.
Así, las casas pobladas,
de valientes proscritos inmortales,
inundadas de voces las calles
preguntarles si acaso no te conocen
o conociéndote quizá te recuerden
y me digan lo que se, pero he negado
que te han visto, si,
ayer te vieron,
tu sombra, tú y otras manos,
y olvidar mi ciudad de inmortales
hecha del polvo mismo,
de mi ilusión que es miseria
no esperar otra respuesta
que te han visto no solo ya no sola
sino además contenta
Felipe León Lerma
Tengo por ilusión una miseria,
una ciudad perdida
de la cual nadie se acuerda
que no figura en ningún mapa
aquí donde tu nacimiento
tampoco figura en el acta.
Una ciudad donde a los muertos
les damos flores y no se entierran,
al cielo se les levanta
y se llenen de aire sus cuencas
y suenen libres sus gargantas
y descansen en paz
por las lluvias de las lluvias
del polvo que fueron y serán
siembren el grano de la experiencia
y en indómita hierba ajena
resuciten un día cualquiera
en rito sagrado andar sin pausa
y sentarse como en vida a la mesa.
Así, las casas pobladas,
de valientes proscritos inmortales,
inundadas de voces las calles
preguntarles si acaso no te conocen
o conociéndote quizá te recuerden
y me digan lo que se, pero he negado
que te han visto, si,
ayer te vieron,
tu sombra, tú y otras manos,
y olvidar mi ciudad de inmortales
hecha del polvo mismo,
de mi ilusión que es miseria
no esperar otra respuesta
que te han visto no solo ya no sola
sino además contenta
Felipe León Lerma