Maria Rial. issisora
Miembro Conocido
Irrepetible
Ven amor, abrígame en tu pecho,
no temas que fuego no quema fuego.
Fogata encendida de virtud, es estar latiendo,
amor, entre tus brazos.
Ser la dulce melodía de tu alma.
La amada del músico, que ama su corazón,
que me sueña.
Mi poeta, el que me regala la vida sin fronteras.
El soplo cálido, el que enciende, mueve, eleva,
y me premia con la ternura de su fuerza candorosa...
¿Acaso será que esta tierra necesita nuestro amor,
para girar vertiginosa, alrededor del sol?
No creo, que sea un hecho impropio de los vientos,
que un soplo vivo, la mueva con tanta gallardía...
y la acompañe al navegar placido,
sobre sus profundos mares.
¿Será que la sal de mi sudor y el suyo se aman?
Cuando enciendo, el leño que mi hoguera alumbra,
y se aviva la mirra de nuestro corazón,
convertidos en uno...
Somos el fuego diamantino en la corona celeste...
¡Un beso delicioso de dos mundos!
Bendita la fuente y el día, que entregue a la música,
la juventud, esa música de un corazón,
que me devuelve cada día,
la cálida sonrisa del amor que me ilumina...
Mi amado, el vuelo más dulce,
mi cielo de piel más fecundo.
No pretendo ser poeta, ni alardeo con ello, porque...
poco se de lo que creó, el ser supremo.
Lo que, sí sé… es que nazco y renazco junto a ti,
amor y brillo...
Y como la luz de tu mirada, me entrego a tus desvelos.
Serena me poso y duermo, como tu niña placida,
así, como esa medalla protectora
de los hijos de los mares,
como la guardiana de tu corazón...
Sí, porque disfruto y descanso,
sobre la fuente de mi poesía,
sobre todo el amor de mis días despiertos.
Ese cuerpo de pasión que le entrega,
el candor a mis sonrisas.
No veas a los lados, amor mío, no, no te pierdas...
Ven, sigue... amor.
y no seas como los necios, que buscan,
el saber importunando un frío diccionario.
Ama, a quién entrega el traje de su sentimiento
puro y vivo,
tejido por besos de labios con piel y alma.
Si, el volcán que la piel arroba,
el terciopelo del cariño.
Cascada y rocío de todos los cantos sublimes,
músico de mis gemidos,
creador de mis intimidades,
poseedor de lo que nunca he concebido.
Desvístete, y dejemos que nuestro amor, queme,
las hojas de flores marchitas por la melancolía.
Adhiéreme, porque tuya soy...
No te quedes sin tu aroma,
respira la fragancia,
renovada por el sol de tu mirada,
al verte, día a día, vivo y despierto...
Junto a mí,
si, cuando abro mis ojos y te digo...
Gracias Amor, ven, quédate si es preciso,
pero no ahogues mis pasos,
mientras vivimos y disfrutamos,
como la ternura a la vida,
otro vuelo placido del corazón.
Si, amor....
Tómame, irrepetible, irrepetible,
como esos besos, que nunca fueron,
tuyos y míos son, simplemente los deseo,
y reclamo
cuando despierto...
Porque vuelvo a ser frente a ti,
lo que nunca tú has sido.
¡Ay!... bonitos esos ojos cada día....
Mi alegría, que atados a la luz del amor,
me entregan miel de vida.
Benditas las simientes de tus piernas,
posadas sutilmente, sobre mi tierra danzarina.
Bendito...
Irrepetible, inigualable todo tú,
amor irrenunciable,
y para ti siempre… Cuando frente a mí,
como dos columnas inmovibles,
de un templo vivo y sin rejas,
me detiene la luz de tu mirada,
para hacerme libre con tus besos...
de los besos de quienes, no comprenden,
la suerte de los mansos.
ALEGRIA
María Rial. issisora
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