Estimada Chelo te pongo unos ejemplos de asonancias y como estos infinidad te podía poner:
Federico García Lorca
Soneto gongorino
Este pichón del Turia que te mando,
de dulces ojos y de blanca pl
uma,
sobre laurel de Grecia vierte y
suma
llama lenta de amor do estoy parando.
Su cándida virtud, su cuello blando,
en limo doble de caliente esp
uma,
con un temblor de escarcha, perla y b
ruma
la ausencia de tu boca está marcando.
Pasa la mano sobre tu blanc
ura
y verás qué nevada melodía
esparce en copos sobre tu hermos
ura.
Así mi corazón de noche y día,
preso en la cárcel del amor osc
ura,
llora, sin verte, su melancolía.
Miguel Hernández
Ascensión de la escoba
Coronada la escoba de laurel, mirto, r
osa,
es el héroe entre aquellos que afrontan la basura.
Para librar del polvo sin vuelo cada c
osa
bajó, porque era palma y azul, desde la altura.
Su ardor de espada joven y alegre no rep
osa.
Delgada de ansiedad, pureza, sol, bravura,
azucena que barre sobre la misma
osa,
es cada vez más alta, más cálida, más pura.
¡Nunca! La escoba nunca será crucificada
porque la juventud propaga su esqueleto
que es una sola flauta, muda, pero son
ora.
Es una sola lengua, sublime y acordada.
Y ante su aliento raudo se ausenta el polvo quieto,
y asciende una palmera, columna hacia la aur
ora.
Alfonsina Storni
Este jardín nos cede su delicia,
nos cede el árbol de manzanas lleno.
fuente de dioses a la sed propicia,
pan del instinto, para el hambre, bueno.
Mas blanco mármol sin igual pudicia
fija en nosotros su mirar sereno:
muslo desnudo, vigoroso el seno,
puro, como la luz que lo acaricia.
Se hacen tus ojos demasiado azules,
cubren tus manos impalpables tules
y algo divino te levanta en vuelo.
No cortemos la fruta deleitosa
y mira el alma en una nube rosa,
cómo es de azul la beatitud del cielo.
Gabriela Mistral
Malas manos tomaron tu vida desde el día
en que, a una señal de astros, dejara su plantel
nevado de azucenas. En gozo florecía.
Malas manos entraron trágicamente en él...
Y yo dije al Señor: -"Por las sendas mortales
le llevan. ¡Sombra amada que no saben guiar!
¡Arráncalo, Señor, a esas manos fatales
o le hundes en el largo sueño que sabes dar!
¡No le puedo gritar, no le puedo seguir!
Su barca empuja un negro viento de tempestad.
Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor"
Se detuvo la barca rosa de su vivir...
¿Que no sé del amor, que no tuve piedad?
¡Tú, que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor!
Saludos
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