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La colina de los sueños

LA COLINA DE LOS SUEÑOS

Con el rostro amoratado, solitario, atrás de una colina,
inhalando hedor de una letrina, piensa, simplemente en su pasado.
En esos momentos tan felices, que lograron ser vencidos
y que ahora están perdidos… azotaron sus raíces.

Ha quedado sin caricias y ha dejado de reír,
pues conoce de morir, rebalsado de malicias.
Aspira el humo de la sangre que llegó hasta su hogar,
que lo hace ahogar, sin siquiera sentir hambre.

Su rincón fue devastado, sin piedad ni artificio,
y obrando de oficio fue el enjambre desatado.
Sintió detenerse los latidos, de su orgullo más preciado,
porque todo lo amado, en ese instante se había ido.

La colina lo protege del resplandor de medianoche,
y murmura, sin derroche, que el cielo se despeje.
Imagina a un ave desde Fiji a las Bahamas,
que se asiente en cada rama, y que el infierno, acabe.

Sentado en ese sitio, espera a alguien que lo entienda
o que una mano le extienda, pero en vano, solo hay ripio.
Y se escucha un grito vagabundo, allá en la colina, atrás,
¡Quisiera una vida en paz! ¡Quiero la paz en el mundo!

Ángel César Cocuzza.
 
Deambulamos en la existencia coleccionando pasos, algunos limpios y otros inmersos de fango, otros más; los ajenos... Esos que nos asfixian y nos orillan al lamento común... Tristes letras que evocan el sentir individual y colectivo... Placer leerte

Mi admiración sincera y un beso
Charo
 
Deambulamos en la existencia coleccionando pasos, algunos limpios y otros inmersos de fango, otros más; los ajenos... Esos que nos asfixian y nos orillan al lamento común... Tristes letras que evocan el sentir individual y colectivo... Placer leerte

Mi admiración sincera y un beso
Charo
Muchas gracias por tu bello comentario, Crisálida, enhorabuena si lo escuchan para mejorar el mundo. Gracias por la reputación. Saludos cordiales-
 
LA COLINA DE LOS SUEÑOS

Con el rostro amoratado, solitario, atrás de una colina,
inhalando hedor de una letrina, piensa, simplemente en su pasado.
En esos momentos tan felices, que lograron ser vencidos
y que ahora están perdidos… azotaron sus raíces.

Ha quedado sin caricias y ha dejado de reír,
pues conoce de morir, rebalsado de malicias.
Aspira el humo de la sangre que llegó hasta su hogar,
que lo hace ahogar, sin siquiera sentir hambre.

Su rincón fue devastado, sin piedad ni artificio,
y obrando de oficio fue el enjambre desatado.
Sintió detenerse los latidos, de su orgullo más preciado,
porque todo lo amado, en ese instante se había ido.

La colina lo protege del resplandor de medianoche,
y murmura, sin derroche, que el cielo se despeje.
Imagina a un ave desde Fiji a las Bahamas,
que se asiente en cada rama, y que el infierno, acabe.

Sentado en ese sitio, espera a alguien que lo entienda
o que una mano le extienda, pero en vano, solo hay ripio.
Y se escucha un grito vagabundo, allá en la colina, atrás,
¡Quisiera una vida en paz! ¡Quiero la paz en el mundo!

Ángel César Cocuzza.
ÁNGEL

¡Qué positiva colina
de sueños!

Un fortísimo abrazo,

Guillermo.
 

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