Víctor
Moderador de Poesía Jocosa
Mi mujer por el canto se desvive,
pero sin compasión gorgoritea,
Jamás se da una tregua en su rutina
y suena su garganta cual sordina,
haciendo a todas horas su tarea.
Su timbre funerario
se escucha por todito el vecindario,
mientras que estoicamente,
simulo que mi oído se recrea.
Mas pensando en mi honra estrictamente,
me asomo a la ventana con premura
y río con dulzura,
fingiendo que en mi casa estoy gozando.
Ella con voz profana,
pregunta por qué corro a la ventana,
cuando está canturreando.
Le digo en forma llana:
“No quiero que al gritar con tanta gana,
se piense que tal vez te estoy pegando”.
pero sin compasión gorgoritea,
Jamás se da una tregua en su rutina
y suena su garganta cual sordina,
haciendo a todas horas su tarea.
Su timbre funerario
se escucha por todito el vecindario,
mientras que estoicamente,
simulo que mi oído se recrea.
Mas pensando en mi honra estrictamente,
me asomo a la ventana con premura
y río con dulzura,
fingiendo que en mi casa estoy gozando.
Ella con voz profana,
pregunta por qué corro a la ventana,
cuando está canturreando.
Le digo en forma llana:
“No quiero que al gritar con tanta gana,
se piense que tal vez te estoy pegando”.