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La mendiga

Está contenta.
Sonríe mostrando sus pocos dientes.
¡Es domingo!
Se levanta temprano.
Sus tripas rugen.
Las sacia con un mendrugo de pan viejo.

Calza sus zapatos color a ilusiones perdidas,
su saco de lana remendado de años mozos
desgastado por las injusticias sociales,
y un pañuelo de flores marchitas en la cabeza
que cubre sus desprolijos cabellos canos
ocultando una mente que alguna vez imaginó un final diferente para su vida.

Entra en la Avenida con pasos cortitos entre miradas de desprecio,
pidiendo perdón con el gesto de agachar su frente,
hasta llegar a su sitio dominguero
adueñándose de un rincón de la entrada a la Iglesia.

Allí se sienta,
extiende su mano y pide “una limosna, por favor”.
Es domingo,
posiblemente a la noche pueda comer un plato de sopa caliente
con las dádivas recibidas de los feligreses,
que han dormido en buenas camas,
y que irán a redimirse de sus malos actos ante el Señor,
siempre que, claro está,
depositen una moneda en su mano y quieran verla.

 
Marcela, un relato que llega hondo, nos pone en el lugar de un ser cruelmente abandonado por la sociedad, si embargo es una descripción positiva, sensibiliza con compasión pero sin lástima, lo experimento como una prosa poética que he leído con mucho agrado. un abrazo
 

Cisne

Moderadora del Foro Impresionismo y Expresionismo,
Está contenta.
Sonríe mostrando sus pocos dientes.
¡Es domingo!
Se levanta temprano.
Sus tripas rugen.
Las sacia con un mendrugo de pan viejo.

Calza sus zapatos color a ilusiones perdidas,
su saco de lana remendado de años mozos
desgastado por las injusticias sociales,
y un pañuelo de flores marchitas en la cabeza
que cubre sus desprolijos cabellos canos
ocultando una mente que alguna vez imaginó un final diferente para su vida.

Entra en la Avenida con pasos cortitos entre miradas de desprecio,
pidiendo perdón con el gesto de agachar su frente,
hasta llegar a su sitio dominguero
adueñándose de un rincón de la entrada a la Iglesia.

Allí se sienta,
extiende su mano y pide “una limosna, por favor”.
Es domingo,
posiblemente a la noche pueda comer un plato de sopa caliente
con las dádivas recibidas de los feligreses,
que han dormido en buenas camas,
y que irán a redimirse de sus malos actos ante el Señor,
siempre que, claro está,
depositen una moneda en su mano y quieran verla.


Marce
La mendiga, su presencia en la ciudad, sus esperanzas desvanecidas,
sus sueños de hambre...
ese ser que muchos no quieren ver pero que existe.
Te felicito por esta poesía de corte impresionista que nos compartes
y que me conmueve porque exige ver más allá del ser humano físico.
Espero que el sistema me permita dejarte la repuntuación que merecen tus letras.
Gracias por participar en el foro.
Un abrazo con todo cariño
Ana
 
Marcela un relato escrito muy bellamente
con profundidad y muchisimo realismo
cosa que vemos todos los días a nuestro paso.
Abrazos y cariños para ti
 
Marcela, un relato que llega hondo, nos pone en el lugar de un ser cruelmente abandonado por la sociedad, si embargo es una descripción positiva, sensibiliza con compasión pero sin lástima, lo experimento como una prosa poética que he leído con mucho agrado. un abrazo
Gracias margui, me honras con tu comentario
Un beso enorme
 
Marce
La mendiga, su presencia en la ciudad, sus esperanzas desvanecidas,
sus sueños de hambre...
ese ser que muchos no quieren ver pero que existe.
Te felicito por esta poesía de corte impresionista que nos compartes
y que me conmueve porque exige ver más allá del ser humano físico.
Espero que el sistema me permita dejarte la repuntuación que merecen tus letras.
Gracias por participar en el foro.
Un abrazo con todo cariño
Ana
Un placer Anuchita participar aquí! No hace falta que me repuntees con seguir queriéndome como amiga me alcanza
TQM
BESOOSSS
 

Yasira

Moderadora del Foro Versos del Corazón
Está contenta.
Sonríe mostrando sus pocos dientes.
¡Es domingo!
Se levanta temprano.
Sus tripas rugen.
Las sacia con un mendrugo de pan viejo.

Calza sus zapatos color a ilusiones perdidas,
su saco de lana remendado de años mozos
desgastado por las injusticias sociales,
y un pañuelo de flores marchitas en la cabeza
que cubre sus desprolijos cabellos canos
ocultando una mente que alguna vez imaginó un final diferente para su vida.

Entra en la Avenida con pasos cortitos entre miradas de desprecio,
pidiendo perdón con el gesto de agachar su frente,
hasta llegar a su sitio dominguero
adueñándose de un rincón de la entrada a la Iglesia.

Allí se sienta,
extiende su mano y pide “una limosna, por favor”.
Es domingo,
posiblemente a la noche pueda comer un plato de sopa caliente
con las dádivas recibidas de los feligreses,
que han dormido en buenas camas,
y que irán a redimirse de sus malos actos ante el Señor,
siempre que, claro está,
depositen una moneda en su mano y quieran verla.

Enternecedor relato Marcela y cuantas veces necesitan mucho más que una moneda... Me encanta leerte! Besoss
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
Está contenta.
Sonríe mostrando sus pocos dientes.
¡Es domingo!
Se levanta temprano.
Sus tripas rugen.
Las sacia con un mendrugo de pan viejo.

Calza sus zapatos color a ilusiones perdidas,
su saco de lana remendado de años mozos
desgastado por las injusticias sociales,
y un pañuelo de flores marchitas en la cabeza
que cubre sus desprolijos cabellos canos
ocultando una mente que alguna vez imaginó un final diferente para su vida.

Entra en la Avenida con pasos cortitos entre miradas de desprecio,
pidiendo perdón con el gesto de agachar su frente,
hasta llegar a su sitio dominguero
adueñándose de un rincón de la entrada a la Iglesia.

Allí se sienta,
extiende su mano y pide “una limosna, por favor”.
Es domingo,
posiblemente a la noche pueda comer un plato de sopa caliente
con las dádivas recibidas de los feligreses,
que han dormido en buenas camas,
y que irán a redimirse de sus malos actos ante el Señor,
siempre que, claro está,
depositen una moneda en su mano y quieran verla.


Sabes Marcela tus versos me trajeron a la memoria un día en que regresaba en el bus a mi casa y por la ventanilla vi una anciana victima de la mendicidad y digo victima porque no creo que sea justo que la vida trate así a las personas,estaba sentada en la acera con sus pertenencias a cuesta comiendo un pedazo de pan,con la mirada ausente parecía fuera de la realidad,me produjo tanta tristeza no solo por ella que irremediablemente estaba en esa situación sino también por mí ,por verme en la impotencia de no poder hacer nada por ella,por el pensamiento de que se aproximaba la fría noche y seguramente dormiría afuera y con tantos años sobre su espalda.
Que triste es que hayan tantas personas que tengan que vivir sus últimos años en la miseria,siendo mendigas de esta sociedad hipócrita en la que vivimos y esperando por sus sobras,es muy triste,tu poema me llego al alma Marcela,un beso grande.
 
Está contenta.
Sonríe mostrando sus pocos dientes.
¡Es domingo!
Se levanta temprano.
Sus tripas rugen.
Las sacia con un mendrugo de pan viejo.

Calza sus zapatos color a ilusiones perdidas,
su saco de lana remendado de años mozos
desgastado por las injusticias sociales,
y un pañuelo de flores marchitas en la cabeza
que cubre sus desprolijos cabellos canos
ocultando una mente que alguna vez imaginó un final diferente para su vida.

Entra en la Avenida con pasos cortitos entre miradas de desprecio,
pidiendo perdón con el gesto de agachar su frente,
hasta llegar a su sitio dominguero
adueñándose de un rincón de la entrada a la Iglesia.

Allí se sienta,
extiende su mano y pide “una limosna, por favor”.
Es domingo,
posiblemente a la noche pueda comer un plato de sopa caliente
con las dádivas recibidas de los feligreses,
que han dormido en buenas camas,
y que irán a redimirse de sus malos actos ante el Señor,
siempre que, claro está,
depositen una moneda en su mano y quieran verla.

MARCELITA

¡Oh! La mendicidad
una lacra más de esta sociedad capitalista.

Te felicito por descubrirnos
con tus letras
una cruda realidad.

Abrazos y besos desde mi balcón quiteño,
lleno de geranios multicolores,

Guillermo.

 
Sabes Marcela tus versos me trajeron a la memoria un día en que regresaba en el bus a mi casa y por la ventanilla vi una anciana victima de la mendicidad y digo victima porque no creo que sea justo que la vida trate así a las personas,estaba sentada en la acera con sus pertenencias a cuesta comiendo un pedazo de pan,con la mirada ausente parecía fuera de la realidad,me produjo tanta tristeza no solo por ella que irremediablemente estaba en esa situación sino también por mí ,por verme en la impotencia de no poder hacer nada por ella,por el pensamiento de que se aproximaba la fría noche y seguramente dormiría afuera y con tantos años sobre su espalda.
Que triste es que hayan tantas personas que tengan que vivir sus últimos años en la miseria,siendo mendigas de esta sociedad hipócrita en la que vivimos y esperando por sus sobras,es muy triste,tu poema me llego al alma Marcela,un beso grande.
Es cierto Sandra esta injusticia social no es siempre porque ellos "se lo buscaron" y hasta he escuchado "quieren vivir así" No creo que nadie desee ser mendigo por vocación, pero buen, uno hace lo que puede, el resto debería encargarse los políticos dando oportunidades y las familias no abandonando a sus mayores.
Gracias Sandra por compartir esa anécdota y por tu comentario tan claro que me hace conocerte un poco más, descubriendo tu sensibilidad y buen corazón.
Besos
 
Muchas veces somos indiferentes antes la presencia de personas indigentes o mendigo sin detenernos un poco a mostrar un poco de misericordia y dar de lo que tenemos... no de los que nos sobra... excelentes versos mi querida Marcela... siempre es un placer leerte

Un enorme beso con todo mi cariño

Charo
 
Muchas veces somos indiferentes antes la presencia de personas indigentes o mendigo sin detenernos un poco a mostrar un poco de misericordia y dar de lo que tenemos... no de los que nos sobra... excelentes versos mi querida Marcela... siempre es un placer leerte

Un enorme beso con todo mi cariño


Charo
Gracias Charo, es así como lo expresas....triste realidad
Un beso grande
 
Avasallador y triste relato pero escrito con la bella y cruda realidad que vemos todos los día en nuestras calles y que desgraciadamente la mayoría de nosotros nbo le damos bolilla. Felicitaciones Marcela por este excelente historia, reputación y saludos amiga poeta
 
Avasallador y triste relato pero escrito con la bella y cruda realidad que vemos todos los día en nuestras calles y que desgraciadamente la mayoría de nosotros nbo le damos bolilla. Felicitaciones Marcela por este excelente historia, reputación y saludos amiga poeta
gracias querido daniel por tu comentario y repu
Un abrazo amigo!
 
¡Cuánta impotencia despierta esta realidad y muchas otras que lamentablemente abundan en el mundo!
Sobran las palabras, solo decir que felicito tu inspiración y que has realizado un impecable trabajo sobre un tema tan triste .
Abrazos.
Alba.
 

Silvia Lepe

Miembro Conocido
Que poema más sensible , los mendigos son almas que merecen de nuestra atención y son personas que sufren mucho , tal como lo expresa tu poema , hay mendigos que carecen de riquezas materiales y muchos mendigos que carecen de riqueza espiritual , créeme que de esos hay millones . Una excelente obra literaria . Felicitaciones!!!
 
Que poema más sensible , los mendigos son almas que merecen de nuestra atención y son personas que sufren mucho , tal como lo expresa tu poema , hay mendigos que carecen de riquezas materiales y muchos mendigos que carecen de riqueza espiritual , créeme que de esos hay millones . Una excelente obra literaria . Felicitaciones!!!
Gracias Silvia por tu comentario y felicitación
Un beso grande
 
Allí se sienta,
extiende su mano y pide “una limosna, por favor”.
Es domingo,
posiblemente a la noche pueda comer un plato de sopa caliente
con las dádivas recibidas de los feligreses,
que han dormido en buenas camas,
y que irán a redimirse de sus malos actos ante el Señor,
siempre que, claro está,
depositen una moneda en su mano y quieran verla.

Versos de profunda emotividad. Saludos amiga. Besos.
 
Allí se sienta,
extiende su mano y pide “una limosna, por favor”.
Es domingo,
posiblemente a la noche pueda comer un plato de sopa caliente
con las dádivas recibidas de los feligreses,
que han dormido en buenas camas,
y que irán a redimirse de sus malos actos ante el Señor,
siempre que, claro está,
depositen una moneda en su mano y quieran verla.

Versos de profunda emotividad. Saludos amiga. Besos.

Muchas gracias Yaneth! Me alegra que te haya gustado
besos
 

Rober

Miembro Conocido
Hola Marcela
Dura realidad la que nos has regalado con tus letras. Y cuanta razón cuando te incluyes y nos incluyes en la indiferencia que practicamos. Quiero creer que somos mejores que esto que nos han contagiado en estos tiempos.
Cariños
 

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