No hace mucho tiempo,
un pueblo muy grande
pequeño se volvió,
pues breves fueron los días,
en que marcharon los demás.
Tres vecinos quedaron;
el pastor la oveja y el lobo.
Pero el lobo mató a la oveja,
y el pastor al lobo,
y ya viéndose tan solo,
el pastor murió de pena.
Solo quedaron las piedras,
las maderas desvencijadas,
y sus calles vacías,
recorridas por un viento,
que sin mirar atrás olvida.
Callada está la plaza,
la fuente seca.
Las hierbas moribundas,
sobreviven de milagro,
entre adoquines sueltos,
sedientas de rocío.
Por no haber no hay moscas,
ni muertos en el cementerio,
a la tierra huyeron sus huesos.
Hasta ellos sintieron pena,
ya no escuchaban campanas,
derruido está el campanario.
Ni tampoco jadeos
detrás de su tapia caída,
piedras testigos de vida.
Asi mueren los pueblos,
muerte larga y aburrida.
un pueblo muy grande
pequeño se volvió,
pues breves fueron los días,
en que marcharon los demás.
Tres vecinos quedaron;
el pastor la oveja y el lobo.
Pero el lobo mató a la oveja,
y el pastor al lobo,
y ya viéndose tan solo,
el pastor murió de pena.
Solo quedaron las piedras,
las maderas desvencijadas,
y sus calles vacías,
recorridas por un viento,
que sin mirar atrás olvida.
Callada está la plaza,
la fuente seca.
Las hierbas moribundas,
sobreviven de milagro,
entre adoquines sueltos,
sedientas de rocío.
Por no haber no hay moscas,
ni muertos en el cementerio,
a la tierra huyeron sus huesos.
Hasta ellos sintieron pena,
ya no escuchaban campanas,
derruido está el campanario.
Ni tampoco jadeos
detrás de su tapia caída,
piedras testigos de vida.
Asi mueren los pueblos,
muerte larga y aburrida.