Vi angustiarse a una niña
porque no podía llorar
su garganta se cerraba
con una angustia sin par;
lloraba en silencio
miraba en ausencia
gemía sin sonidos
sin apenas respirar,
de impotencia
como un agua sin mar
a quien recriminaba con demencia
ser torpe,
y la más pura inocencia.
No llores niña, le dije
que a quien te grita maldije
o llora, pero sin parar
y que nadie te lo impida
hasta vaciar tu mar de tristeza
llenarlo de toda tu vida
y colmarlo de felicidad.
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