Yaneth Hernández
Miembro Conocido
Danzan las encías del miedo
sobre el fino borde del ocaso
cuando tu mirada es lívido clavel.
Un tropel de recuerdos
golpean mis sienes zigzagueando
mis manos en el traspatio de la locura.
La música de los álamos
acaricia el follaje de tus cabellos
que como alas de golondrinas besa el viento.
Al sentir el peso inquisidor
de tu ausencia
se agrietan todos los templos del planeta
y la Humanidad desaparece,
en la voz de los muertos.
El amanecer estornuda melancolía
despierta agitando el martillo del hastío
busca a tientas tu boca hecha verbo,
y al percibir unos cuantos centímetros
de vacío en la alcoba,
apela a la sombra
que dejaste clavada en la pared
la noche que hicimos rimas,
con nuestros cuerpos ensamblados.
Derechos reservados.
sobre el fino borde del ocaso
cuando tu mirada es lívido clavel.
Un tropel de recuerdos
golpean mis sienes zigzagueando
mis manos en el traspatio de la locura.
La música de los álamos
acaricia el follaje de tus cabellos
que como alas de golondrinas besa el viento.
Al sentir el peso inquisidor
de tu ausencia
se agrietan todos los templos del planeta
y la Humanidad desaparece,
en la voz de los muertos.
El amanecer estornuda melancolía
despierta agitando el martillo del hastío
busca a tientas tu boca hecha verbo,
y al percibir unos cuantos centímetros
de vacío en la alcoba,
apela a la sombra
que dejaste clavada en la pared
la noche que hicimos rimas,
con nuestros cuerpos ensamblados.
Derechos reservados.