JAVIER TOMAS
Sub Administrador
Mis manos
fueron viento
sobre tu piel,
y tus jadeos
el agua brava
que movía el molino
de mi lujuria.
Movías la melena
mecida por los espasmos
de un deseo
más alla
de la conciencia.
Nuestros labios
buscaban el placer
de la carne
como ciegos
la esquina
de su calle.
El olor
se hacía perfume
y el perfume
fuego.
El día se hacía noche
y la noche...
¡Ay la noche!,
el mismo
infierno.
fueron viento
sobre tu piel,
y tus jadeos
el agua brava
que movía el molino
de mi lujuria.
Movías la melena
mecida por los espasmos
de un deseo
más alla
de la conciencia.
Nuestros labios
buscaban el placer
de la carne
como ciegos
la esquina
de su calle.
El olor
se hacía perfume
y el perfume
fuego.
El día se hacía noche
y la noche...
¡Ay la noche!,
el mismo
infierno.