• Sabías que puedes registrarte o ingresar a tu cuenta directamente desde facebook con el botón de facebook en la parte superior de la página?

La posada de Constanza

Maria Jose

Miembro Conocido
Doña Constanza Lerma, mujer seria, apática en sonrisa, gobernaba un hospedaje en el cual hacían noche caballeros de pelo largo y otros tantos de medio pelo; en común tenían aquellos entretener el estómago y darle mejor noche al sueño. He aquí que una tarde, pasada la novena del meridiano, alcánzose a llegar a aquella casa de comidas y pernoctancia un diplomático de la castaña, a decir, Pelayo Castañeda.
Al entrar repasó el comedor de arriba abajo, todos sus ojos fueron faltas:
Las sogas que hacían de las sillas asiento, despeinadas; coja, la mesa, la chimenea no era sino un infierno venido a menos, dos espadas que, cruzadas, estaban sujetas a la pared sobre un escudo de armas pareciéronle de queso que, habiendo luchado contra ratones hubieron perdido la afrenta, revelábanlo tanta muesca en las hojas.
Olor a vino picado, a manteca agria... y toda la mirada se le iba por la boca, nombrándolo a voz alta, más la duda, de si aquella posada estaba a la altura de tan noble esqueleto. Apuntó además, que figura como la suya no hacía sino darle categoría por lo cual debiera ser él el acreedor de la cuenta a convenir.
Constanza, con la sonrisa abreviada, acercóse a la boca faltona y acertó a decirle que todos los signos acusados por s.m. no eran sino la solera de aquella casa, su historia viva, la que, por hacerla suya esa noche, tendría la gentileza de no añadir ni un maravedí más a la cuenta.
Las espadas bien que lucharon y no contra ratones, más bien contra armaduras y hasta con el más temido morisco aún por superar, he aquí que los trozos de metal que no se acusan fueren fundidos, tal era la fuerza de la mano que la empuñaba como el convencimiento al levantarla de la mano de mi tío abuelo.
Las sogas despeinadas de las sillas no son sino la comparación exacta, puesta en cuerda, del estremecimiento de la piel cuando ésta es obsequiada con una caricia, o la alma mesma con bellas palabras, hecho que se ha presentado aquí, en mis sillas, en muestra de los grandes que tanto orgullo han traído como llevado al marchar.
Coja la mesa?, qué decís caballero, es una mesa a dos alturas. Manteca agria no la hay mejor que aquí, porque es hecha a posta, fórmula secreta que no ha de salir más que puesta en boca porque no la roben los cocineros de la corte.
Vino picado no, mi señor, decíd más bien que narices engañosas, el desta casa es vino macerado con finas yerbas, vino que invita al más sugerente sueño en el que, bellas damas según tengo constancia por un clérigo y bien sabéis que no mienten sopena de excomunión, bajan en sueños con dulces uvas que contra restan el sabor un tanto amargo quizá para quien no está acostumbrado a éstas dulces mieles.
Así pues, si decide v.m. hacer noche en mi noble casa, sabed que me habéis hecho entrar en razón, gracias he de daros, y que a partir del mesmo momento en que vuestro nombre figure en la hoja, lo acompañará un incremento en dineros y tendréis el honor de ser el primero en ponerlo por lo que quedará en años, ha, tan distinguido apellido como antecesor de tanto bien que nunca, por modestia, tuve a nombrar.
Tomad alojamiento sin más demora, pero antes, una muestra más para vuestro convencimiento del buen trato y bondad desta casa suya, acompañadme al patio -es arrastrado tomado por la manga- ved, señor, ved la planta que os muestro -una planta de hojas redondas y frondosas- véis tamaña circunferencia, no véis en ella un obispo harto de sopa, pues sabed que si a una planta que ni pide ni da, ni siente ni padece es tratada así, ¡qué será con tan noble caballero!



 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
Doña Constanza Lerma, mujer seria, apática en sonrisa, gobernaba un hospedaje en el cual hacían noche caballeros de pelo largo y otros tantos de medio pelo; en común tenían aquellos entretener el estómago y darle mejor noche al sueño. He aquí que una tarde, pasada la novena del meridiano, alcánzose a llegar a aquella casa de comidas y pernoctancia un diplomático de la castaña, a decir, Pelayo Castañeda.
Al entrar repasó el comedor de arriba abajo, todos sus ojos fueron faltas:
Las sogas que hacían de las sillas asiento, despeinadas; coja, la mesa, la chimenea no era sino un infierno venido a menos, dos espadas que, cruzadas, estaban sujetas a la pared sobre un escudo de armas pareciéronle de queso que, habiendo luchado contra ratones hubieron perdido la afrenta, revelábanlo tanta muesca en las hojas.
Olor a vino picado, a manteca agria... y toda la mirada se le iba por la boca, nombrándolo a voz alta, más la duda, de si aquella posada estaba a la altura de tan noble esqueleto. Apuntó además, que figura como la suya no hacía sino darle categoría por lo cual debiera ser él el acreedor de la cuenta a convenir.
Constanza, con la sonrisa abreviada, acercóse a la boca faltona y acertó a decirle que todos los signos acusados por s.m. no eran sino la solera de aquella casa, su historia viva, la que, por hacerla suya esa noche, tendría la gentileza de no añadir ni un maravedí más a la cuenta.
Las espadas bien que lucharon y no contra ratones, más bien contra armaduras y hasta con el más temido morisco aún por superar, he aquí que los trozos de metal que no se acusan fueren fundidos, tal era la fuerza de la mano que la empuñaba como el convencimiento al levantarla de la mano de mi tío abuelo.
Las sogas despeinadas de las sillas no son sino la comparación exacta, puesta en cuerda, del estremecimiento de la piel cuando ésta es obsequiada con una caricia, o la alma mesma con bellas palabras, hecho que se ha presentado aquí, en mis sillas, en muestra de los grandes que tanto orgullo han traído como llevado al marchar.
Coja la mesa?, qué decís caballero, es una mesa a dos alturas. Manteca agria no la hay mejor que aquí, porque es hecha a posta, fórmula secreta que no ha de salir más que puesta en boca porque no la roben los cocineros de la corte.
Vino picado no, mi señor, decíd más bien que narices engañosas, el desta casa es vino macerado con finas yerbas, vino que invita al más sugerente sueño en el que, bellas damas según tengo constancia por un clérigo y bien sabéis que no mienten sopena de excomunión, bajan en sueños con dulces uvas que contra restan el sabor un tanto amargo quizá para quien no está acostumbrado a éstas dulces mieles.
Así pues, si decide v.m. hacer noche en mi noble casa, sabed que me habéis hecho entrar en razón, gracias he de daros, y que a partir del mesmo momento en que vuestro nombre figure en la hoja, lo acompañará un incremento en dineros y tendréis el honor de ser el primero en ponerlo por lo que quedará en años, ha, tan distinguido apellido como antecesor de tanto bien que nunca, por modestia, tuve a nombrar.
Tomad alojamiento sin más demora, pero antes, una muestra más para vuestro convencimiento del buen trato y bondad desta casa suya, acompañadme al patio -es arrastrado tomado por la manga- ved, señor, ved la planta que os muestro -una planta de hojas redondas y frondosas- véis tamaña circunferencia, no véis en ella un obispo harto de sopa, pues sabed que si a una planta que ni pide ni da, ni siente ni padece es tratada así, ¡qué será con tan noble caballero!





Muy buena prosa todo un convencimiento el que le hace para que se aloje el caballero,excelente relato,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 
Una afable y laboriosa historia Sra. Maria josé. La Sra. Constanza supo darle la vuelta a todo juicio del caballero, y creo que le salió más caro. A veces hay que tener la boca cerrada, jaja.
Un deleite pasar por sus letras.
Le deseo un buen día.
 
Bella prosa donde relatas que la vida siempre te devuelve lo que das, sea malo o bueno.
¡Hermosas palabras!
Un fuerte abrazo
 

Maria Jose

Miembro Conocido
Acabo de leer el mensaje y es algo que no esperaba...menuda sorpresa me habéis dado...y yo, ingrata de mí, sin haber pasado por aquí en mucho tiempo para agradecer a los compañeros su lectura y comentario: Eclipse, Mariposa Negra, Manticora, muchísimas gracias y disculparme, es lo menos que puedo decir. Sandra, Caballero Guillermo...
Os abrazo a todos!
 

RADIO EN VIVO

Donar

Versos Compartidos en Facebook

Arriba