cocuzza3105
Miembro Conocido
LA RULITOS
De niña le decían la Princesa,
una criatura que mostraba su dulzura
con su cálida y tímida mirada,
paseando a su sonrisa limpia y pura.
La Rulitos, que al viento despeinaba
sus cabellos adorables al pasar por las esquinas,
suave brisa acariciaba esa figura...
y pensar que las noches eran tan mezquinas.
Ese brillo se fijó en la pantalla,
al compás de la turgencia de sus senos,
y creyó que su amor cruzaba la banquina,
al caer en la furia de la máquina, sin frenos.
Un encanto que envolvió a su pensamiento,
dando rienda a la locura de lo extraño,
fue una noche que el cielo estaba a pleno,
cuando supo que las letras eran un engaño.
Acudió a esa cita tan ansiada,
y el maltrato aplastó a su mirada,
era un grupo de ruines haciendo daño,
que dejaron a su ingenua emoción allí tirada.
Te buscaron sin saber qué encontrarían,
fueron días de angustia y de reproches,
porque la chiquilla que salió una madrugada,
se lanzó a lo incierto, colmado de derroches.
Ahora que las lágrimas salaron a los rostros,
se arrugan como el fuego cuando arde,
ya que el cuerpo está cubierto de madera y de broches,
porque saben, con dolor, que para hablar... se hizo tarde.
Angel César Cocuzza.
De niña le decían la Princesa,
una criatura que mostraba su dulzura
con su cálida y tímida mirada,
paseando a su sonrisa limpia y pura.
La Rulitos, que al viento despeinaba
sus cabellos adorables al pasar por las esquinas,
suave brisa acariciaba esa figura...
y pensar que las noches eran tan mezquinas.
Ese brillo se fijó en la pantalla,
al compás de la turgencia de sus senos,
y creyó que su amor cruzaba la banquina,
al caer en la furia de la máquina, sin frenos.
Un encanto que envolvió a su pensamiento,
dando rienda a la locura de lo extraño,
fue una noche que el cielo estaba a pleno,
cuando supo que las letras eran un engaño.
Acudió a esa cita tan ansiada,
y el maltrato aplastó a su mirada,
era un grupo de ruines haciendo daño,
que dejaron a su ingenua emoción allí tirada.
Te buscaron sin saber qué encontrarían,
fueron días de angustia y de reproches,
porque la chiquilla que salió una madrugada,
se lanzó a lo incierto, colmado de derroches.
Ahora que las lágrimas salaron a los rostros,
se arrugan como el fuego cuando arde,
ya que el cuerpo está cubierto de madera y de broches,
porque saben, con dolor, que para hablar... se hizo tarde.
Angel César Cocuzza.
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