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La sortija en el rio

LA SORTIJA EN EL RIO

Hoy me dio por regresar a este lugar añorado; al pueblo donde nací y se escribió mi pasado. ¿Qué me dio por caminar? La razón, la desconozco. Crucé calles y veredas, ignoré calor y frío y por aras del destino, un camino me llevó nuevamente, hasta la orilla del río.

Lo que si puedo afirmar, me asaltaron los recuerdos.: Fue cuando te conocí. Coincidimos en camino; pasaba por tu jacal, yo tenía que ir a pizcar y tú, posiblemente al molino.

---Como obra del destino---, después te volví a encontrar, Pude, esa vez disfrutar, ese par de ojos divinos.¡Yo te vi, tú me miraste! Adornada por la brisa, mi corazón cautivó la magia de tu sonrisa.

Desde ese día me amañé para seguirte mirando. Era yo más que dichoso porque ya era a diario: cuando bajabas al pueblo, o si ibas por el pan, al mercado, a la tienda del Julián.

Si por algo, no llegabas, sabía que te miraba, por la mañana en la misa o en la noche en el rosario.

¡Estaba enamorado! Creí que el mundo era mío. Fue allá, en la capilla, ante Dios y cada santo, juramos amor sincero ---que jamás pude olvidar---, y que nada iba a empañar, este amor sacrosanto. Y quedamos de mirarnos al día siguiente el río.

En esa tarde de invierno, ¡Vaya, que calaba el frío! Fue en aquella ocasión, que te abracé y nos besamos. El cielo y tierra se unió, porque ahí nos entregamos; nuestro amor se confirmó; tú doncella, casto yo; para cumplir mi palabra te entregué una sortija. Soy pobre bien lo sabías, tal vez una baratija.

Así, muy enamorados, quedamos vernos después. A la mañana siguiente acudí ansioso al río.

¡Esa vez, ya no llegaste! Fui de inmediato al jagüey, a la iglesia, a todas partes; te busqué y rebusqué, pero ya no te miré, y tú, jamás me buscaste.

Un vuelco en mi corazón, que al parecer comprendía, que por pobre te perdí y nunca más te vería.

Tiempo después, ya sin ti, ahí no era mi mundo y busqué otros horizontes, con la idea de encontrarte. Subí, bajé, con la ilusión de mirarte, creo que me convertí en un simple vagabundo.

Han pasado ya los años, pero nunca te olvidé. ¿Dónde estás? Nunca lo supe, tal vez jamás lo sabré.

Hoy me dio por regresar a aquel sitio esplendoroso, donde el cielo fue testigo de un amor venturoso.


¿Qué me dio por recorrer nuevamente esos lugares? al final, estaba ya, precisamente en el río. Mirando hacia el horizonte, bien que pude recordar, que fue en ese lugar, aquella tarde con frío donde ambos consolidamos, eso, que se dice amar.

Con tal musicalidad, el agua del río, fluía; era tal su transparencia, que entre las piedras miré, atorada la sortija, que al momento conocí.

¡Algo! Que me hizo crear una simple coincidencia, La misma, que enamorado e ilusionado te di.
Desconozco la razón, no me imagino el motivo.

¿Será que alguien te ofreció, algo que te deslumbró un amor, dudo, mejor y más puro que el mío? ¡Quizás, nunca lo sabré! Con la duda moriré: ¿Por qué, arrojaste, la sortija al río?



Autor: Rafael Calderón Negrete. (Puebla, México)

Seudónimo: Jurcan Uriarte Pontleca.
02/12/2015 Derechos de Autor Reservados.©
 
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