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LA VIRGEN DE LA SORTIJA (la sortija en el río).

LA VIRGEN DE LA SORTIJA (la sortija en el río).

“¿Fue un sueño o realidad? En la duda ha quedado. Hace tiempo regresé a este lugar añorado, solamente a confirmar lo que se había rumorado y así poder disipar una duda lastimosa, misma que llevaba a cuesta en mi vida pesarosa; sea cual fuere la razón, pude así tranquilizar el pesar del corazón.

“La luna, tal, como un broche, con su bello resplandor, prendida en el bello manto de oscura profundidad era fiel acompañante de mi fría soledad haciendo eco en mi mente, únicamente el deseo de saber la realidad.

“Se dejó correr un mito o alguna figuración; --- creencias de lugareños, que por diceres lograron crear una superstición---. Por eso me había aferrado, ahí, solo, apostado, dar al fin con la razón.

“Lejos, allá, el aullido de un coyote, tal vez había presenciado algo que lo había inquietado. Oí el canto de los grillos y el croar de las ranas; de los árboles, sus ramas se mecían con tal vaivén, como marcando un compás; la sonata cantarina del agua que lleva el río creaban tal tonalidad que con el ulular del viento imagine iban a hablar.

“Se había corrido el rumor, mero en la orilla del río, ---algo así como un clamor con un tono lastimero pero a la vez celestial---. Otros decían que “un quejido”, que en sus ayes de dolor, denotaba que era amor y lo mucho sufrido. Pero nada infernal, pues clama ser escuchada y menciona a un ser amado para un descanso final.

“Con calma desesperante, sentado en el peñasco, mero a la orilla del río, pasada la media noche con la intensidad del frío, el cual mudo testigo fue de entrega desbordante, saturada de calor.

“Mas tarde llegó el recuerdo, cuando mudos nos amamos y después nos entregamos en respuesta del amor. Ella muy enamorada, no sé yo, si loco o cuerdo, pero el destino traidor, me jugó mala pasada y no la vi nunca más.

“Casi ya de madrugada, sin más cobija que mi alma y el latir del corazón. ¡No sé lo que sucedió! ¡Oí la voz de mi amada, con palabras susurrantes! Que por segundos o instantes, algo pude descifrar:

“---¡Amor, yo me entregué con pureza y nadie así lo comprendió! ¡Fui pasto de la vileza!. No me importó tu pobreza, Mi gente quiso venderme con un alguien de tal poder. Era tu amor mi riqueza.

“--- Mi corazón, cual capullo, en mi vientre iban guardados, No podía traicionar, tanto mi ser, como el tuyo.

“--- Esa noche en el peñasco, donde te entregué mi amor alumbrada por la luna, decidí tirar la sortija al río y, tras de ella me hundí. Sólo tenía en mi mente morir por lo que era mío, sólo así pude acallar la infamia de mi gente; ya no me importó vivir.

“--- Dios me debe perdonar, no he gozado del descanso que toda alma necesita. Así, el pesar se me quita y que ha sido por amar. Ahora pido al Señor, permita purificar esta manera de amar, concediéndome un favor:

“--- ¡Encontraste la sortija, signo de ese grano amor y no era una baratija, sino algo de inmenso valor!

“--- Cuando acudiste al río me fue imposible llegar. Fuiste a buscarme al jagüey, a la iglesia, a todas partes; se muy bien que me buscaste y yo jamás te busqué.

“--- Por designios del Señor, le pedí comunicarte que no he dejado de amarte y morir fue lo mejor.

“--- ¡Ve por favor a la iglesia, deposita la sortija, ahí, en el altar mayor, en señal de testimonio y puro de este amor! “--- Será un recuerdo divino y puro de aquel amor. Quiero la paz y la calma. ¡Pero hazlo ya, por favor! Solamente así será el final de mi destino y entonces llegará el descanso de mi alma.

“Antes de que el sol saliera y me alumbrara su luz, Me introduje sigiloso, allí, ante el sacro recinto, iglesia donde veneran a Nuestra Señora María, que es la Madre de Jesús.

“En su dedo anular, acomodé la sortija en esa sagrada mano. Tenía ahí que quedar esa humilde baratija. Fue profana decisión en mi obrar como humano.

“Ahora el pueblo diviniza y ha dado por venerar, dando tema a una oración con gran fervor popular.

“Es ya tal la devoción que la gente conmemora. Tal es la fe del creyente, que canta, grita, llora y desborda su emoción. Grita sin contemplación: ¡Gloria a Nuestra Señora María, la Virgen de la Sortija!

“Hoy mi conciencia reclama, que tal vez fue una acción falaz. ¡Amada mía! Tu deseo se ha realizado. Fue un sueño o lo que haya pasado. Gracias a Dios y a su lado, puede descansar en paz.

Autor: Rafael Calderón Negrete. (Puebla, México)
Seudónimo: Jurcan Uriarte Pontleca.
22/01/2016 Derechos de Autor Reservados.©
 
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LA VIRGEN DE LA SORTIJA (la sortija en el río).

“¿Fue un sueño o realidad? En la duda ha quedado. Hace tiempo regresé a este lugar añorado, solamente a confirmar lo que se había rumorado y así poder disipar una duda lastimosa, misma que llevaba a cuesta en mi vida pesarosa; sea cual fuere la razón, pude así tranquilizar el pesar del corazón.

“La luna, tal, como un broche, con su bello resplandor, prendida en el bello manto de oscura profundidad era fiel acompañante de mi fría soledad haciendo eco en mi mente, únicamente el deseo de saber la realidad.

“Se dejó correr un mito o alguna figuración; --- creencias de lugareños, que por diceres lograron crear una superstición---. Por eso me había aferrado, ahí, solo, apostado, dar al fin con la razón.

“Lejos, allá, el aullido de un coyote, tal vez había presenciado algo que lo había inquietado. Oí el canto de los grillos y el croar de las ranas; de los árboles, sus ramas se mecían con tal vaivén, como marcando un compás; la sonata cantarina del agua que lleva el río creaban tal tonalidad que con el ulular del viento imagine iban a hablar.

“Se había corrido el rumor, mero en la orilla del río, ---algo así como un clamor con un tono lastimero pero a la vez celestial---. Otros decían que “un quejido”, que en sus ayes de dolor, denotaba que era amor y lo mucho sufrido. Pero nada infernal, pues clama ser escuchada y menciona a un ser amado para un descanso final.

“Con calma desesperante, sentado en el peñasco, mero a la orilla del río, pasada la media noche con la intensidad del frío, el cual mudo testigo fue de entrega desbordante, saturada de calor.

“Mas tarde llegó el recuerdo, cuando mudos nos amamos y después nos entregamos en respuesta del amor. Ella muy enamorada, no sé yo, si loco o cuerdo, pero el destino traidor, me jugó mala pasada y no la vi nunca más.

“Casi ya de madrugada, sin más cobija que mi alma y el latir del corazón. ¡No sé lo que sucedió! ¡Oí la voz de mi amada, con palabras susurrantes! Que por segundos o instantes, algo pude descifrar:

“---¡Amor, yo me entregué con pureza y nadie así lo comprendió! ¡Fui pasto de la vileza!. No me importó tu pobreza, Mi gente quiso venderme con un alguien de tal poder. Era tu amor mi riqueza.

“--- Mi corazón, cual capullo, en mi vientre iban guardados, No podía traicionar, tanto mi ser, como el tuyo.

“--- Esa noche en el peñasco, donde te entregué mi amor alumbrada por la luna, decidí tirar la sortija al río y, tras de ella me hundí. Sólo tenía en mi mente morir por lo que era mío, sólo así pude acallar la infamia de mi gente; ya no me importó vivir.

“--- Dios me debe perdonar, no he gozado del descanso que toda alma necesita. Así, el pesar se me quita y que ha sido por amar. Ahora pido al Señor, permita purificar esta manera de amar, concediéndome un favor:

“--- ¡Encontraste la sortija, signo de ese grano amor y no era una baratija, sino algo de inmenso valor!

“--- Cuando acudiste al río me fue imposible llegar. Fuiste a buscarme al jagüey, a la iglesia, a todas partes; se muy bien que me buscaste y yo jamás te busqué.

“--- Por designios del Señor, le pedí comunicarte que no he dejado de amarte y morir fue lo mejor.

“--- ¡Ve por favor a la iglesia, deposita la sortija, ahí, en el altar mayor, en señal de testimonio y puro de este amor! “--- Será un recuerdo divino y puro de aquel amor. Quiero la paz y la calma. ¡Pero hazlo ya, por favor! Solamente así será el final de mi destino y entonces llegará el descanso de mi alma.

“Antes de que el sol saliera y me alumbrara su luz, Me introduje sigiloso, allí, ante el sacro recinto, iglesia donde veneran a Nuestra Señora María, que es la Madre de Jesús.

“En su dedo anular, acomodé la sortija en esa sagrada mano. Tenía ahí que quedar esa humilde baratija. Fue profana decisión en mi obrar como humano.

“Ahora el pueblo diviniza y ha dado por venerar, dando tema a una oración con gran fervor popular.

“Es ya tal la devoción que la gente conmemora. Tal es la fe del creyente, que canta, grita, llora y desborda su emoción. Grita sin contemplación: ¡Gloria a Nuestra Señora María, la Virgen de la Sortija!

“Hoy mi conciencia reclama, que tal vez fue una acción falaz. ¡Amada mía! Tu deseo se ha realizado. Fue un sueño o lo que haya pasado. Gracias a Dios y a su lado, puede descansar en paz.

Autor: Rafael Calderón Negrete. (Puebla, México)
Seudónimo: Jurcan Uriarte Pontleca.
22/01/2016 Derechos de Autor Reservados.©

Bella prosa
un fuerte abrazo.
 
Gracias mi querido German. Es un honor saber y mirar que lees estas humildes letras. Da por casualidad que antes de esta prosa (espero la hayas leido), se escribió "LA SORTIJA EN EL RIO", y hubo personas, que atentamente me preguntaron que "qué había sucedido con la sortija", y he aquí, aunque descabellada respuesta, nos da la idea de lo que puede hacer el amor. Gracias y QDTB...
 

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