Yaneth Hernández
Miembro Conocido
Llovía a raudales entre las enaguas del parque,
era una tarde sin nombre,
un país de algún continente,
y un sabor de soledad profusa.
Mi vida se deslizaba entre la esquizofrenia
de tu descuido y un par de silencios olímpicos
cuando por una suerte de mártir
te vi pasar engalanando las últimas esquelas de mi vida.
Fue la primera vez que me sentí entre mis venas
anhele de inmediato tu voz
apreciar la cápsula ardiente de tus labios
y hablarte siete noches de pasión.
El mundo osó detenerse junto a tus pasos
mi corazón en una orquesta de latidos
pretendió partir mi pecho,
perseguir tus atributos que ya adivinaba.
El viento congelando mi sien te trajo
a mi lado, nada importaba si mis pulmones
abarrotados de nicotina pescaban una neumonía
lo único cierto es que tenerte tan cerca
me hacía invulnerable.
La primera vez que mi realidad chocaba
con los átomos del sentimiento
sentí tanto temor que escondí las manos
en mi soberbia.
Sentada frente a tu tumba, aún abrigo aquel temor,
miro el parque desteñido con un par de palomas
que inician una historia como aquella que tuvo lugar
hace muchas lunas.
Derechos reservados
era una tarde sin nombre,
un país de algún continente,
y un sabor de soledad profusa.
Mi vida se deslizaba entre la esquizofrenia
de tu descuido y un par de silencios olímpicos
cuando por una suerte de mártir
te vi pasar engalanando las últimas esquelas de mi vida.
Fue la primera vez que me sentí entre mis venas
anhele de inmediato tu voz
apreciar la cápsula ardiente de tus labios
y hablarte siete noches de pasión.
El mundo osó detenerse junto a tus pasos
mi corazón en una orquesta de latidos
pretendió partir mi pecho,
perseguir tus atributos que ya adivinaba.
El viento congelando mi sien te trajo
a mi lado, nada importaba si mis pulmones
abarrotados de nicotina pescaban una neumonía
lo único cierto es que tenerte tan cerca
me hacía invulnerable.
La primera vez que mi realidad chocaba
con los átomos del sentimiento
sentí tanto temor que escondí las manos
en mi soberbia.
Sentada frente a tu tumba, aún abrigo aquel temor,
miro el parque desteñido con un par de palomas
que inician una historia como aquella que tuvo lugar
hace muchas lunas.
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