Eres un dolor que no le deseo ni a la muerte misma. Eres evidencia que, cual daga al corazón, el amor destruye sin sentido. Me has despedazado, roto por completo, y quedas ahí, en el viento, sin idea alguna de mi desdicha. El vacío de tu partida se profundiza con tu alegría y mi dolor no cesa en este llanto de melancolía.
Me destruyes y no lo sabes, porque al final, no sabes nada y dueles todo. No dejas duda que no existe un Dios, porque si lo existiera, sufriría ante esta inquietud palpitante. Eres una pesadilla vuelta realidad pues me has dejado de condena el amor eterno, cuando es ahora que más quiero que no te puedo amar.
Los estragos de tu memoria quedan tatuados en mi frente, recordándome cada que me miro al espejo que algún día me llenaste el alma. Fuiste la fuerza de mil latidos, cuando ahora eres la razón por la cual ya no late. Y es que no sé qué es de ti, que solo con verte encuentro paz. No sé qué es de ti, que en la harmonía tú siempre estás.
Por eso maldigo el día en que te amé, el día en el que solté, con tanta facilidad, las riendas y me dejé sentir. Porque ahora que te vas, mi sentir se ha vuelto un pesar que me hunde y me asfixia, y vaya que te había dejado entrar. Eras una parte fundamental de mi esencia, de mi existencia, de mi ser.
Y ahora soy, sin ti, un alma vagabunda sin rumbo alguno, sin buscar el amor, sin querer llenarse de nada, absolutamente nada porque ya sé lo que significa el naufragio. Tú me lo recuerdas día con día. Entonces, ¿para qué?, si de desdicha, contigo tengo suficiente para toda la vida.
No verte solamente me recuerda que alguna vez te vi. Quiero, al igual que tú, no saber nada, aunque tenga que doler todo.
Me destruyes y no lo sabes, porque al final, no sabes nada y dueles todo. No dejas duda que no existe un Dios, porque si lo existiera, sufriría ante esta inquietud palpitante. Eres una pesadilla vuelta realidad pues me has dejado de condena el amor eterno, cuando es ahora que más quiero que no te puedo amar.
Los estragos de tu memoria quedan tatuados en mi frente, recordándome cada que me miro al espejo que algún día me llenaste el alma. Fuiste la fuerza de mil latidos, cuando ahora eres la razón por la cual ya no late. Y es que no sé qué es de ti, que solo con verte encuentro paz. No sé qué es de ti, que en la harmonía tú siempre estás.
Por eso maldigo el día en que te amé, el día en el que solté, con tanta facilidad, las riendas y me dejé sentir. Porque ahora que te vas, mi sentir se ha vuelto un pesar que me hunde y me asfixia, y vaya que te había dejado entrar. Eras una parte fundamental de mi esencia, de mi existencia, de mi ser.
Y ahora soy, sin ti, un alma vagabunda sin rumbo alguno, sin buscar el amor, sin querer llenarse de nada, absolutamente nada porque ya sé lo que significa el naufragio. Tú me lo recuerdas día con día. Entonces, ¿para qué?, si de desdicha, contigo tengo suficiente para toda la vida.
No verte solamente me recuerda que alguna vez te vi. Quiero, al igual que tú, no saber nada, aunque tenga que doler todo.