Fernando Ll
Miembro
Caminando por la vida esta me ha enseñado que es como el viento que sopla en distintas intensidades y direcciones
y que nos ayude o no depende de la dirección de nuestro movimiento metáfora de nuestras intenciones.
Que el camino que escogemos está condicionado por nuestro entorno, necesidades y temores
y que solo hasta cierto punto tenemos control total sobre nuestras decisiones.
Que este es el motivo por el que me cuesta juzgar a los que se consideran buenos llaman malos,
por que quien sabe lo que estos han visto, lo que han oído, lo que les han enseñado, lo que han experimentado.
Por eso vivo acorde al mantra de dudar siempre lo que todo el mundo tiene claro,
y dejarme acariciar por el bienestar que trae tranquilidad de saber que en realidad nadie es ni bueno ni es malo.
Que nada es ni blanco ni negro, la vida es de un gris neutro,
que de izquierdas y derechas somos los humanos, pero la verdad apodada objetividad camina siempre por el medio.
Que cuando me abstengo de opiniones de valores, obsesiones, calificaciones y temores,
recuerdo que las cosas son como son y que definirlas por comparación es uno de mis más comunes errores.
¿A que tengo miedo? ¿a pasar desapercibido y para el resto ser indiferente?
¿A que hablen mal de mí, que se rían de mí, a hacer el ridículo o perder la vida por irresponsable en un accidente?
¿a que mi familia me olvide o no verme atractivo al mirarme desde los ojos de la gente?
Lo que más temo no es a perder la vida si no a la incertidumbre que nace al pensar en lo que precede a la muerte.
y que nos ayude o no depende de la dirección de nuestro movimiento metáfora de nuestras intenciones.
Que el camino que escogemos está condicionado por nuestro entorno, necesidades y temores
y que solo hasta cierto punto tenemos control total sobre nuestras decisiones.
Que este es el motivo por el que me cuesta juzgar a los que se consideran buenos llaman malos,
por que quien sabe lo que estos han visto, lo que han oído, lo que les han enseñado, lo que han experimentado.
Por eso vivo acorde al mantra de dudar siempre lo que todo el mundo tiene claro,
y dejarme acariciar por el bienestar que trae tranquilidad de saber que en realidad nadie es ni bueno ni es malo.
Que nada es ni blanco ni negro, la vida es de un gris neutro,
que de izquierdas y derechas somos los humanos, pero la verdad apodada objetividad camina siempre por el medio.
Que cuando me abstengo de opiniones de valores, obsesiones, calificaciones y temores,
recuerdo que las cosas son como son y que definirlas por comparación es uno de mis más comunes errores.
¿A que tengo miedo? ¿a pasar desapercibido y para el resto ser indiferente?
¿A que hablen mal de mí, que se rían de mí, a hacer el ridículo o perder la vida por irresponsable en un accidente?
¿a que mi familia me olvide o no verme atractivo al mirarme desde los ojos de la gente?
Lo que más temo no es a perder la vida si no a la incertidumbre que nace al pensar en lo que precede a la muerte.
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