Los caballeros no tienen memoria
No es que no quiera acordarme
de las tres letras que tu nombre lleva,
es más bien una cuestión de protocolo
por pertenecer a una sociedad secreta,
fundada en tiempos inmemoriales
allá cuando Adán probó la manzana de Eva,
ahí nacimos todos nosotros
los verdaderos caballeros.
Por eso no es que no quiera
pronunciar esas tres letras,
analfabeta es aquel que no te quiere,
anacrónico corazón disidente,
analgésico que nunca alivia,
anaquel del cielo en la tierra,
me haces sentir cual perro de Pavlov
apenas pensar en ti
y salivar a mi conveniencia
en cada conversación esas tres letras,
y llevarlas todo el día, donde vaya,
para que no me den paz,
ni razón, ni calma.
Tampoco no es que no quiera acordarme
de tu dulce boca, cosecha de cerezas
de tu pelo al aire bautizado
llaga crepuscular, racimo en el arado,
de tu risa de coros de campana,
tu nombre vibra al final de la palabra.
Y siempre sé que volverás
a revolverlo todo por los siglos venideros,
porque bien sabes niña que no puedo
olvidarte ni recordarte a un tiempo
porque soy de esos que se llaman
así mismos los nuevos caballeros,
no los que platicarán en leyendas
ni los ungidos por rapsodas
ceñida su espada en mesas redondas,
que va, somos otra cosa,
yo soy de esa orden condenada
a perder el recuerdo y la historia
por eso quiero y no puedo recordarte,
los caballeros no tienen memoria.
Felipe León
No es que no quiera acordarme
de las tres letras que tu nombre lleva,
es más bien una cuestión de protocolo
por pertenecer a una sociedad secreta,
fundada en tiempos inmemoriales
allá cuando Adán probó la manzana de Eva,
ahí nacimos todos nosotros
los verdaderos caballeros.
Por eso no es que no quiera
pronunciar esas tres letras,
analfabeta es aquel que no te quiere,
anacrónico corazón disidente,
analgésico que nunca alivia,
anaquel del cielo en la tierra,
me haces sentir cual perro de Pavlov
apenas pensar en ti
y salivar a mi conveniencia
en cada conversación esas tres letras,
y llevarlas todo el día, donde vaya,
para que no me den paz,
ni razón, ni calma.
Tampoco no es que no quiera acordarme
de tu dulce boca, cosecha de cerezas
de tu pelo al aire bautizado
llaga crepuscular, racimo en el arado,
de tu risa de coros de campana,
tu nombre vibra al final de la palabra.
Y siempre sé que volverás
a revolverlo todo por los siglos venideros,
porque bien sabes niña que no puedo
olvidarte ni recordarte a un tiempo
porque soy de esos que se llaman
así mismos los nuevos caballeros,
no los que platicarán en leyendas
ni los ungidos por rapsodas
ceñida su espada en mesas redondas,
que va, somos otra cosa,
yo soy de esa orden condenada
a perder el recuerdo y la historia
por eso quiero y no puedo recordarte,
los caballeros no tienen memoria.
Felipe León