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Madre



Madre

Pequeña y gran mujer.
Me diste vida, aliento de esperanza,
amanecer del día también el ser.
Crepúsculo de la tarde, noche de estrellas
el sol de cada día. Mucha enseñanza.

Crecí a la sombra de tu regazo
como polluelo buscando protección,
tus caricias fueron tierno remanso
tu voz dulce pero firme la lección.

Me enseñaste a hablar y leer,
maestra de mil cosas me hiciste volar,
me diste alas para poder crecer.

A tu imagen caminé seguro,
fuiste mucho más que una cabecita blanca.
Tu rápido andar se volvió lento,
tus expresiones fueron reposo de santa.

Con una palabra y una sonrisa
yo estaba contento;
también hablé con tu silencio.

Un día tu voz se apagó,
tus ojos trémulos se cerraron,
todo fue pesadumbre y tempestad.

Me abandonaste un atardecer,
como velero que parte del muelle.
Te fuiste volando como nube en el cielo,
para nunca más volver.
¡Como duele!

Pero la semilla del amor que sembraste
crece día a día en mi corazón,
porque en mi alma para siempre quedaste.
Será primavera, alegría,
recordarte con emoción.

Andresnor
Derechos reservados
 

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Madre

Pequeña y gran mujer.
Me diste vida, aliento de esperanza,
amanecer del día también el ser.
Crepúsculo de la tarde, noche de estrellas
el sol de cada día. Mucha enseñanza.

Crecí a la sombra de tu regazo
como polluelo buscando protección,
tus caricias fueron tierno remanso
tu voz dulce pero firme la lección.

Me enseñaste a hablar y leer,
maestra de mil cosas me hiciste volar,
me diste alas para poder crecer.

A tu imagen caminé seguro,
fuiste mucho más que una cabecita blanca.
Tu rápido andar se volvió lento,
tus expresiones fueron reposo de santa.

Con una palabra y una sonrisa
yo estaba contento;
también hablé con tu silencio.

Un día tu voz se apagó,
tus ojos trémulos se cerraron,
todo fue pesadumbre y tempestad.

Me abandonaste un atardecer,
como velero que parte del muelle.
Te fuiste volando como nube en el cielo,
para nunca más volver.
¡Como duele!

Pero la semilla del amor que sembraste
crece día a día en mi corazón,
porque en mi alma para siempre quedaste.
Será primavera, alegría,
recordarte con emoción.

Andresnor
Derechos reservados
ANDRESNOR

Me fascinó el positivo cierre
de tus sublimes versos!

Un fortísimo abrazo,

Guillermo.
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO


Madre

Pequeña y gran mujer.
Me diste vida, aliento de esperanza,
amanecer del día también el ser.
Crepúsculo de la tarde, noche de estrellas
el sol de cada día. Mucha enseñanza.

Crecí a la sombra de tu regazo
como polluelo buscando protección,
tus caricias fueron tierno remanso
tu voz dulce pero firme la lección.

Me enseñaste a hablar y leer,
maestra de mil cosas me hiciste volar,
me diste alas para poder crecer.

A tu imagen caminé seguro,
fuiste mucho más que una cabecita blanca.
Tu rápido andar se volvió lento,
tus expresiones fueron reposo de santa.

Con una palabra y una sonrisa
yo estaba contento;
también hablé con tu silencio.

Un día tu voz se apagó,
tus ojos trémulos se cerraron,
todo fue pesadumbre y tempestad.

Me abandonaste un atardecer,
como velero que parte del muelle.
Te fuiste volando como nube en el cielo,
para nunca más volver.
¡Como duele!

Pero la semilla del amor que sembraste
crece día a día en mi corazón,
porque en mi alma para siempre quedaste.
Será primavera, alegría,
recordarte con emoción.

Andresnor
Derechos reservados

Un hermoso y muy emotivo poema Andrés,el dolor de la perdida nunca se va,pero quedan los recuerdos,las enseñanzas, la vida compartida con amor,y las fuerzas que nos trasmitieron para recorrer ese camino que nos enseñaron a transitar,un precioso poema,un gusto leerte,gracias por participar,un beso grande.

 

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