Víctor
Moderador de Poesía Jocosa
Este poema, amigos, con tristeza lo he hecho
al pensar en mi madre cuya expresión me mueve…
Y al oír sus lamentos con marcado relieve
siento que un dardo hiriente se me clava en el pecho.
Y con amor ferviente me acerco hasta su lecho
en el momento largo, aunque parece breve;
y al contemplar sus ojos mi alma se conmueve
al ver sus brillos tenues en el recinto estrecho.
Aún me reconoce y balbucea mi nombre,
sin el timbre de antaño elocuente y sonoro,
por eso en este día, y que a ninguno asombre
que le diga en mis versos que es mi mayor tesoro,
que siempre la venero, y con lágrimas de hombre
también le diga ¡Madre, mi bien, cuánto te adoro!.
al pensar en mi madre cuya expresión me mueve…
Y al oír sus lamentos con marcado relieve
siento que un dardo hiriente se me clava en el pecho.
Y con amor ferviente me acerco hasta su lecho
en el momento largo, aunque parece breve;
y al contemplar sus ojos mi alma se conmueve
al ver sus brillos tenues en el recinto estrecho.
Aún me reconoce y balbucea mi nombre,
sin el timbre de antaño elocuente y sonoro,
por eso en este día, y que a ninguno asombre
que le diga en mis versos que es mi mayor tesoro,
que siempre la venero, y con lágrimas de hombre
también le diga ¡Madre, mi bien, cuánto te adoro!.