Yaneth Hernández
Miembro Conocido
Un silencio mortuorio
abre mi alma cuando cada noche
acudo a una pantalla de la que brotan
dulces imágenes, ojos transparentes
boca sugerente, y esa mirada que atraviesa
el amanecer, entonces como un ritual pagano
todas mis sensaciones comienzan
alzar vuelo y cortan los hilos de la distancia
con seguidillas expresiones que el teclado
tímidamente fluye.
Al intentar rozar tu aliento
un cristal rompe mis labios,
el llanto abraza mi desgracia.
Tu presencia casi imperceptible
hace vibrar mis manos,
no sé qué rumor de vida tengas,
no sabes cómo terminan mis noches
pero algo si está claro, es un martirio
habitar distintos cielos amándonos hasta los huesos
y aunque nuestras pieles se desnudan en soledad,
el imaginar tocar el fino talle
de nuestros cuerpos una furia estalla
en nuestras grutas acompasadas
por los gemidos cortados del secreto noctámbulo.
Arden mis pechos al aparecer tu nombre
en ese maldito cuadro en movimiento,
quisiera en ese instante que el viento
me llevara hasta tu aposento
desvestirme de la fantasía,
sumergirme en tu barca navegar
los confines de tus carnes y quedarme
por mil años en la pétrea luz,
de tus ojos reales.
Yaneth Hernández
Venezuela.
abre mi alma cuando cada noche
acudo a una pantalla de la que brotan
dulces imágenes, ojos transparentes
boca sugerente, y esa mirada que atraviesa
el amanecer, entonces como un ritual pagano
todas mis sensaciones comienzan
alzar vuelo y cortan los hilos de la distancia
con seguidillas expresiones que el teclado
tímidamente fluye.
Al intentar rozar tu aliento
un cristal rompe mis labios,
el llanto abraza mi desgracia.
Tu presencia casi imperceptible
hace vibrar mis manos,
no sé qué rumor de vida tengas,
no sabes cómo terminan mis noches
pero algo si está claro, es un martirio
habitar distintos cielos amándonos hasta los huesos
y aunque nuestras pieles se desnudan en soledad,
el imaginar tocar el fino talle
de nuestros cuerpos una furia estalla
en nuestras grutas acompasadas
por los gemidos cortados del secreto noctámbulo.
Arden mis pechos al aparecer tu nombre
en ese maldito cuadro en movimiento,
quisiera en ese instante que el viento
me llevara hasta tu aposento
desvestirme de la fantasía,
sumergirme en tu barca navegar
los confines de tus carnes y quedarme
por mil años en la pétrea luz,
de tus ojos reales.
Yaneth Hernández
Venezuela.