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Marido infiel

MARIDO INFIEL

Teje y no mira a los lados,
sus hijos están comiendo helados,
ella, como siempre, con ovillos enredados
y, cuando su marido llega, todo preparado

El llega enfadado, refunfuña por el trabajo.
Ella en silencio pone la mesa,
no le dice nada, sabe que se ve con esa
y deja que cuente anécdotas, hasta que va abajo.

Esa mujer, joven, con manos suaves,
con el pelo arreglado,
que siempre está dispuesta a... ya sabes,
lo tiene encandilado.

Ella sigue tejiendo lentamente
y a sus hijos cuidando,
lo soporta muy malamente,
pues, algún día, sus hijos lo irán notando.

Se siente defraudada,
se siente ninguneada,
piensa... ¿para qué se casó?
Medita, a su marido, que le ocurrió.

Otro día más, después de las tareas.
Ella teje por la tarde noche
y viene su marido con reproches,
indicándole que si no ahorra: ¡arrea!

Esto ya es el colmo de los colmos,
pues le falta dinero al salario,
ya que se lo gastó con la otra, en el barrio
y ellos no pueden ni salir paseando, a los olmos.

Se quedan sin salir, por falta de ropa,
no de los niños, pues la madre les teje,
es ella que no tiene mas que otro vestido,
pues gasta el dinero, para poner la sopa.

Ella teje de nuevo, parece una arañita,
sus hijos juegan, mientras ella se marchita,
con solo treinta y cinco años,
parece de cincuenta, por el trabajo y los daños.

Su marido un día no viene a casa,
se asusta y busca por los alrededores,
pero él está comiendo otras pasas
de mejores sabores.

Llega incluso a denunciar
que él ha desaparecido,
pero pronto le dicen de renunciar,
pues él se ha ido.

Nuestra joven mujer, busca ayuda
y encuentra trabajo en una hacienda,
tiene una casita para vivir y unida,
para sus hijos alegría y paciencia.

En pocos meses, bien comida y arreglada,
nuestra joven mujer, a todos deslumbra
es bella, hacendosa y muy educada
y no le faltan pretendientes.

Pero ella teje y ve crecer a sus hijos,
deja que el tiempo pase
y reza para que no les falte
de comer y de alegría, pues no cree que se case.

Olimpia Era
MARIDO INFIEL.jpg
 
MARIDO INFIEL

Teje y no mira a los lados,
sus hijos están comiendo helados,
ella, como siempre, con ovillos enredados
y, cuando su marido llega, todo preparado

El llega enfadado, refunfuña por el trabajo.
Ella en silencio pone la mesa,
no le dice nada, sabe que se ve con esa
y deja que cuente anécdotas, hasta que va abajo.

Esa mujer, joven, con manos suaves,
con el pelo arreglado,
que siempre está dispuesta a... ya sabes,
lo tiene encandilado.

Ella sigue tejiendo lentamente
y a sus hijos cuidando,
lo soporta muy malamente,
pues, algún día, sus hijos lo irán notando.

Se siente defraudada,
se siente ninguneada,
piensa... ¿para qué se casó?
Medita, a su marido, que le ocurrió.

Otro día más, después de las tareas.
Ella teje por la tarde noche
y viene su marido con reproches,
indicándole que si no ahorra: ¡arrea!

Esto ya es el colmo de los colmos,
pues le falta dinero al salario,
ya que se lo gastó con la otra, en el barrio
y ellos no pueden ni salir paseando, a los olmos.

Se quedan sin salir, por falta de ropa,
no de los niños, pues la madre les teje,
es ella que no tiene mas que otro vestido,
pues gasta el dinero, para poner la sopa.

Ella teje de nuevo, parece una arañita,
sus hijos juegan, mientras ella se marchita,
con solo treinta y cinco años,
parece de cincuenta, por el trabajo y los daños.

Su marido un día no viene a casa,
se asusta y busca por los alrededores,
pero él está comiendo otras pasas
de mejores sabores.

Llega incluso a denunciar
que él ha desaparecido,
pero pronto le dicen de renunciar,
pues él se ha ido.

Nuestra joven mujer, busca ayuda
y encuentra trabajo en una hacienda,
tiene una casita para vivir y unida,
para sus hijos alegría y paciencia.

En pocos meses, bien comida y arreglada,
nuestra joven mujer, a todos deslumbra
es bella, hacendosa y muy educada
y no le faltan pretendientes.

Pero ella teje y ve crecer a sus hijos,
deja que el tiempo pase
y reza para que no les falte
de comer y de alegría, pues no cree que se case.

Olimpia Era

Un poema muy sentido
tristes realidades que se
viven en la sociedad,
sensibilizantes versos,
un fuerte abrazo.
 

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