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Mi cristo en los sueños



MI CRISTO EN LOS SUEÑOS

Hoy te tuve en mis sueños
soñé que hasta ti llegaba
que subido sobre un palio
a hombros te sacaba.

Descalzo en mi caminar
bajo luceros te paseaba
tú mirabas a los cielos
era una noche callada.

Se cubrieron las estrellas
y la luna que iluminaba
comenzó una leve lluvia
que las nubes descargaban.

Miré a tus ojos mi señor
ojos bañados en lágrimas
el agua de lluvia que caía
tu cuerpo y rostro mojaba.

Dirigí hacia ti mi voz
te dije de secar tu cara
y que sentía gran dolor
por tu faz ensangrentada.

Que por ti sufría mi corazón
al ver esas espinas clavadas
y verte postrado en la cruz
con heridas y piel rasgada.

¡Calla, calla!, me contestaste
¡ni te atrevas a secar mi cara!
no es lluvia sobre mi rostro
son de estrellas sus lágrimas.

¡Qué sabrás tú de mi dolor
de heridas que me sangran!
esas son penas de un mundo
que mi alma lleva reflejadas.

¡No me quites las espinas
que en mi llevo clavadas!
son pecados de la tierra
y por ellos debo llevarlas.

¡No limpies la roja sangre
de mis heridas y mis llagas!
¡ni me bajes del madero!
decías bajando la mirada.

Ya cansado en mi caminar
y una vez de regreso a casa
fui cantando una saeta
que de ti, mi cristo, hablaba.

Callaste, tu voz enmudeció
alcé hacia ti mi mirada
vi como tus párpados caían
y tus ojos se cerraban.

Ya dormiste mi señor
los cielos lo anunciaban
al tiempo que de mis sueños
llorando yo despertaba.

Juan Carlos Heras Espada
Derechos de autor
Código: 1204011402412
Fecha 01-abr-2012 8:50 UTC


 
Última edición:

MI CRISTO EN LOS SUEÑOS

Hoy te tuve en mis sueños
soñé que hasta ti llegaba
que subido sobre un palio
a hombros te sacaba.

Descalzo en mi caminar
bajo luceros te paseaba
tú mirabas a los cielos
era una noche callada.

Se cubrieron las estrellas
y la luna que iluminaba
comenzó una leve lluvia
que las nubes descargaban.

Miré a tus ojos mi señor
ojos bañados en lágrimas
el agua de lluvia que caía
tu cuerpo y rostro mojaba.

Dirigí hacia ti mi voz
te dije de secar tu cara
y que sentía gran dolor
por tu faz ensangrentada.

Que por ti sufría mi corazón
al ver esas espinas clavadas
y verte postrado en la cruz
con heridas y piel rasgada.

¡Calla, calla!, me contestaste
¡ni te atrevas a secar mi cara!
no es lluvia sobre mi rostro
son de estrellas sus lágrimas.

¡Que sabrás tú de mi dolor
de heridas que me sangran!
esas son penas de un mundo
que mi alma lleva reflejadas.

¡No me quites las espinas
que en mi llevo clavadas!
son pecados de la tierra
y por ellos debo llevarlas.

¡No limpies la roja sangre
de mis heridas y mis llagas!
¡ni me bajes del madero!
decías bajando la mirada.

Ya cansado en mi caminar
y una vez de regreso a casa
fui cantando una saeta
que de ti, mi cristo, hablaba.

Callaste, tu voz enmudeció
alcé hacia ti mi mirada
vi como tus párpados caían
y tus ojos se cerraban.

Ya dormiste mi señor
los cielos lo anunciaban
al tiempo que de mis sueños
llorando yo despertaba.

Juan Carlos Heras Espada
Derechos de autor
Código: 1204011402412
Fecha 01-abr-2012 8:50 UTC



JUAN CARLOS

Excelente tu creación poética.

Un fortísimo abrazo.

 

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