Víctor
Moderador de Poesía Jocosa
Esta noche en mis horas de desvelo,
en mi espacio silente, yo medito
con insistencia,
y concluyo, mirando al infinito,
que le diste a mi ser paz y consuelo,
con tu presencia.
Que tú fuiste la estrella de mi cielo,
cuya luz alumbraba donde habito,
con refulgencia.
Y tu trato magnánimo, exquisito
me lo dabas contenta y sin recelo,
con indulgencia.
Cuánto duele, mujer, tu lejanía.
Yo te pido perdón por los agravios
que yo puse amargando tu alegría
y tu dulzura.
Hoy extraño los besos de tus labios,
por lo mismo te pido que algún día
me perdones y olvides mis resabios
y mi locura.
en mi espacio silente, yo medito
con insistencia,
y concluyo, mirando al infinito,
que le diste a mi ser paz y consuelo,
con tu presencia.
Que tú fuiste la estrella de mi cielo,
cuya luz alumbraba donde habito,
con refulgencia.
Y tu trato magnánimo, exquisito
me lo dabas contenta y sin recelo,
con indulgencia.
Cuánto duele, mujer, tu lejanía.
Yo te pido perdón por los agravios
que yo puse amargando tu alegría
y tu dulzura.
Hoy extraño los besos de tus labios,
por lo mismo te pido que algún día
me perdones y olvides mis resabios
y mi locura.