Myrina
Miembro Conocido
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MIRADA DE MARIPOSA
Mientras poetas y antipoetas
cosechan letras,
busco en el irisado mar
lo inverosímil de la lógica
pronunciada por el viento,
a veces me ahoga
y otras me acaricia
como si fuera una reina
coronada por las interrogantes.
El tiempo sigue allí sostenido
¡quizá en qué silencio inmortal!
El espacio casi invisible,
no cabe en mi mirada de mariposa,
no logro identificar entre las flores
el color de la tristeza y de la alegría,
entonces tejo y destejo la historia de mis cerros
mientras un volatín danza entre tejado y tejado
y encuentra horizontes perdidos,
tal vez mi verbo olvidado en la fronda de algún árbol.
Puedo respirar a pesar que la tierra
se ha pegado en las vestiduras de mi olfato,
entonces grito, aunque nadie me escucha.
Las ramas que adornan mi ventana,
sólo ellas se estremecen con el parto de mis poros.
Late el corazón de la tarde
y veo la primavera que no es primavera,
sino otoño en los surcos de mi piel
y en la suela de mis zapatos.
Entre las mangas de mi febril jadeo
se asoman desnudos colibríes que quieren alcanzar
las metáforas que cuelgan de mis pestañas
y florecer con el crepúsculo que ya se acerca.
Me niego a vestir sus impolutas alas,
las sombras de las escalinatas derrumbadas
no me dejan ver la raíz del sol.
¡Mejor quédense gravitando en mis balcones,
donde beben las palomas
de la vertiente que escurre de mi amplia mano!
Myriam Riveros Navarro.
Valparaíso – Chile
5 de mayo de 2013.
MIRADA DE MARIPOSA
Mientras poetas y antipoetas
cosechan letras,
busco en el irisado mar
lo inverosímil de la lógica
pronunciada por el viento,
a veces me ahoga
y otras me acaricia
como si fuera una reina
coronada por las interrogantes.
El tiempo sigue allí sostenido
¡quizá en qué silencio inmortal!
El espacio casi invisible,
no cabe en mi mirada de mariposa,
no logro identificar entre las flores
el color de la tristeza y de la alegría,
entonces tejo y destejo la historia de mis cerros
mientras un volatín danza entre tejado y tejado
y encuentra horizontes perdidos,
tal vez mi verbo olvidado en la fronda de algún árbol.
Puedo respirar a pesar que la tierra
se ha pegado en las vestiduras de mi olfato,
entonces grito, aunque nadie me escucha.
Las ramas que adornan mi ventana,
sólo ellas se estremecen con el parto de mis poros.
Late el corazón de la tarde
y veo la primavera que no es primavera,
sino otoño en los surcos de mi piel
y en la suela de mis zapatos.
Entre las mangas de mi febril jadeo
se asoman desnudos colibríes que quieren alcanzar
las metáforas que cuelgan de mis pestañas
y florecer con el crepúsculo que ya se acerca.
Me niego a vestir sus impolutas alas,
las sombras de las escalinatas derrumbadas
no me dejan ver la raíz del sol.
¡Mejor quédense gravitando en mis balcones,
donde beben las palomas
de la vertiente que escurre de mi amplia mano!
Myriam Riveros Navarro.
Valparaíso – Chile
5 de mayo de 2013.