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Mirage

MIRAGE

Ella entró en la sala
y todo se volvió azul.

Un viento de tumba o espinas
le doblaba las espaldas.

Sus manos,
llenas de horas
pero no de tiempo
parecían cortar la luz
que degollaba nuestros sueños.

Su cuerpo era
relámpago vertical,
sofocante raíz de huesos descubiertos.

Vimos sus labios, creadores de lluvia;
los grandes ojos marrones,
instigadores del Pecado.


En sus muslos, dedos,
almibaradas garras
que desnacían nuestro Ser.

Un yatagán joven, esbelto,
atravesó su garganta inmortal:
Surgió un grito de silencio.

En un rictus,
el aire se solidificó
y, donde Ella estuvo,
quedó una herida transparente,
llena de su perfume.

Al desvanecerse,
el suelo eruptó sus huellas;
mil implosiones desgarraron la noche:
un humo cárdeno y estridente quedó
como desconcertante testimonio
de una mágica metamorfosis
¿de amor?
en medio de un arquetipo
del Inconsciente Colectivo.

Todos la vimos.
Ella se llevó nuestros huesos,
sin quitarnos la piel,
y nos envolvió, agorera,
en las delicias de Su Enigma.


VÍCTOR DÍAZ GORIS


Reservados todos los derechos de autor.


Propiedad intelectual de:


Víctor Díaz Goris.


Santo Domingo, República Dominicana.
 

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