JAVIER TOMAS
Sub Administrador
Llevo mis pasos, por el sendero de lo incierto, vagando sin un destino claro. Un paso y después otro, sin pretender establecer un sentido a todo ello. Los miedos me angustian, el futuro se me hace oscuro, por donde veo más nubes que claros, más inviernos que primaveras. No se adonde recalaré, pero según pasan los años, me convierto, sin remedio, en un viejo cobarde, sin fuerzas para luchar. Rezó para no caer en el acantilado que bordea la linde, aunque a veces se me haga atractiva la perspectiva de ese mar enfurecido golpeando sobre las rocas, su violencia, su fuerza, la perspectiva de dejar de caminar.
La vida nunca me regaló nada, y temo que se cobre justa venganza por las veces que la robé un gozo, aunque fuera pequeño y momentáneo, sus intereses siempre superan el capital. Lo vi muchas veces, en otros caminantes que paseaban junto a mí, un pequeño tropiezo les llevó al bravío torbellino que tantas veces me llamó, sin avisar, sin compasión. El camino de la esperanza no se cruzó con el mío, el del amor rara vez.
Llevo mis pasos, de uno en uno, con mi mirada gacha, la respiración entrecortada, y mi ánimo marchito.
Llevo mis pasos, pero no llevo mi vida.
La vida nunca me regaló nada, y temo que se cobre justa venganza por las veces que la robé un gozo, aunque fuera pequeño y momentáneo, sus intereses siempre superan el capital. Lo vi muchas veces, en otros caminantes que paseaban junto a mí, un pequeño tropiezo les llevó al bravío torbellino que tantas veces me llamó, sin avisar, sin compasión. El camino de la esperanza no se cruzó con el mío, el del amor rara vez.
Llevo mis pasos, de uno en uno, con mi mirada gacha, la respiración entrecortada, y mi ánimo marchito.
Llevo mis pasos, pero no llevo mi vida.
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