Alessa
Miembro Conocido
Se acerca navidad y como pasa siempre en este tiempo los sentimientos quedan expuestos, porque los recuerdos llegan y nos toman por sorpresa, son atraídos por las luces de colores, el árbol, los aromas dulces, los abrazos y los agradecimientos.
Despierta la nostalgia que se refleja sobre todo en las ausencias, en los huecos que nos deja en el alma lo vivido durante el año, en todas aquellas cosas que nos gustaría haber hecho diferente y no nos queda más que aceptar que ya no hay marcha atrás.
Es común que hagamos recuento de los propósitos incumplidos, de las horas desperdiciadas y de las angustias vividas; por encima de todo recordamos a los que ya no están con nosotros, a quienes la vida alejó y nos dejó con las manos vacías y llenas de preguntas sin respuesta.
Miramos a nuestro alrededor y vemos a la gente revolviendo las tiendas de arriba abajo para comprar sus regalos, las personas intolerantes ante el tráfico, las largas filas para los pagos, las carreras por las ofertas y entre todo el bullicio que las fiestas traen consigo no nos detenemos a ver lo que realmente vale.
Las caritas de los niños con los ojos agrandados ante las cajas de colores brillantes y con enormes y perfectos moños, ¿sabes lo que les causa mayor ilusión?, es saber lo que llevan dentro y aquellos que arrastran la lengua sobre los labios, con las tartas de chocolate, los caramelos y los juguetes nuevos, esa la muñeca esperada, el carro que hace ruidos estruendosos, pero sobre todo, la expresión de esos tiernos rostros cuando ven a un viejo barrigón con barba blanca, traje rojo y trineo, a los reyes magos, las luces artificiales y las canciones navideñas, ¿has visto su cara de curiosidad cuando ven al niño Dios recostado en el pesebre?, es una escena difícil de explicar.
La navidad es de los niños, no de los hombres que solo saben pelear, de los adultos que a todo ponen precio e interés, de las madres estrictas que exigen al niño perfecto al cual presumirle a sus amigas, la navidad es de los pequeños cuando abrazan a los abuelos, cuando cantan a gritos desafinados, cuando lanzan carcajadas ensordecedoras con sus hermanos, amigos y primos, la navidad es de aquellos que le dan la mano a un extraño, del que regala el juguete que esperaba con tal de ver sonreír a alguien más.
La navidad es de los generosos, de los que no saben de amargura o apatía, de los que no se desgastan con reproches, de los ángeles de carne y hueso que hacen que esta vida valga la pena vivirla, entiende por fin tú que te llamas “adulto”, la navidad es de los niños, aunque no todos los niños tienen pocos años.
Despierta la nostalgia que se refleja sobre todo en las ausencias, en los huecos que nos deja en el alma lo vivido durante el año, en todas aquellas cosas que nos gustaría haber hecho diferente y no nos queda más que aceptar que ya no hay marcha atrás.
Es común que hagamos recuento de los propósitos incumplidos, de las horas desperdiciadas y de las angustias vividas; por encima de todo recordamos a los que ya no están con nosotros, a quienes la vida alejó y nos dejó con las manos vacías y llenas de preguntas sin respuesta.
Miramos a nuestro alrededor y vemos a la gente revolviendo las tiendas de arriba abajo para comprar sus regalos, las personas intolerantes ante el tráfico, las largas filas para los pagos, las carreras por las ofertas y entre todo el bullicio que las fiestas traen consigo no nos detenemos a ver lo que realmente vale.
Las caritas de los niños con los ojos agrandados ante las cajas de colores brillantes y con enormes y perfectos moños, ¿sabes lo que les causa mayor ilusión?, es saber lo que llevan dentro y aquellos que arrastran la lengua sobre los labios, con las tartas de chocolate, los caramelos y los juguetes nuevos, esa la muñeca esperada, el carro que hace ruidos estruendosos, pero sobre todo, la expresión de esos tiernos rostros cuando ven a un viejo barrigón con barba blanca, traje rojo y trineo, a los reyes magos, las luces artificiales y las canciones navideñas, ¿has visto su cara de curiosidad cuando ven al niño Dios recostado en el pesebre?, es una escena difícil de explicar.
La navidad es de los niños, no de los hombres que solo saben pelear, de los adultos que a todo ponen precio e interés, de las madres estrictas que exigen al niño perfecto al cual presumirle a sus amigas, la navidad es de los pequeños cuando abrazan a los abuelos, cuando cantan a gritos desafinados, cuando lanzan carcajadas ensordecedoras con sus hermanos, amigos y primos, la navidad es de aquellos que le dan la mano a un extraño, del que regala el juguete que esperaba con tal de ver sonreír a alguien más.
La navidad es de los generosos, de los que no saben de amargura o apatía, de los que no se desgastan con reproches, de los ángeles de carne y hueso que hacen que esta vida valga la pena vivirla, entiende por fin tú que te llamas “adulto”, la navidad es de los niños, aunque no todos los niños tienen pocos años.